Cartas de lectores | Los cortes de Noboa y su impacto en la salud mental
Empresarios despiden trabajadores, familias enfrentan caos doméstico, los niños cuyos estudios se interrumpen...
Enfrentamos cortes de energía que en algunas ciudades duran entre 10 y 15 horas diarias, que alteran drásticamente la vida cotidiana. Hasta el momento nadie se ha percatado de que pueden afectar nuestra salud mental. El estrés provocado por los apagones es un factor desencadenante de trastornos emocionales. La prolongada exposición al estrés afecta el bienestar individual y el funcionamiento de la familia y la sociedad. Los apagones son eventos que intensifican la ansiedad, perturban el sueño y generan desgaste emocional. Desorganizan por completo las rutinas diarias. El trabajo (incluso el remoto) se interrumpe, los estudiantes pierden horas de estudio y las tareas más simples del hogar se complican. Según Sonja Lyubomirsky estos factores afectan la felicidad. La falta de predictibilidad disminuye la productividad e incrementa los niveles de angustia, pese a que el Gobierno presente previamente los cortes por sectores, pues no se cumplen. La ausencia de planificación adecuada del gobierno de Noboa y de él mismo, y la falta de comunicación efectiva de su equipo han exacerbado la situación. La situación sigue siendo crítica. A nivel familiar los cortes transforman las dinámicas cotidianas. Las largas horas sin electricidad en las noches afectan el sueño y provocan irritabilidad y fatiga. La privación del sueño es un factor clave en el desarrollo de trastornos del estado de ánimo (depresión y ansiedad). El científico Robert Sapolsky indica que el estrés crónico que pueden generar los apagones podría dañar nuestra capacidad cognitiva y memoria. Y hay efectos indirectos. En muchos sectores rurales la electricidad es crucial para mantener la comunicación con el mundo exterior. Sin ella, las personas se sienten aisladas, lo que aumenta la sensación de soledad y desconexión social, en especial para quienes ya enfrentan problemas de salud mental. Niños y adolescentes son particularmente vulnerables a esta situación; su desarrollo emocional y cognitivo depende de un ambiente estable. La desorganización de rutinas y el aumento de estrés en casa afectan su rendimiento académico y su bienestar psicológico. La ‘indefensión aprendida’, descrita por el psicólogo Martin Seligman, podría estar afectando a nuestros jóvenes al observar cómo los adultos luchan por enfrentar los desafíos cotidianos. Empresarios despiden trabajadores, familias enfrentan caos doméstico, los niños cuyos estudios se interrumpen sufren las consecuencias de la falta de previsión gubernamental.
Diane Rodríguez