Cartas de lectores | El crimen en la República de Zanahoria

La cuestión no es responder a sangre y fuego

Alejandro Carrión (Juan sin Cielo) puso un mote al país por incidentes de corruptelas cada uno peor que el otro: República de Zanahoria, que sería lo mismo que el famoso País de Cucaña de Raúl Andrade. El hilo conductor del crimen, casi sinuoso, viene desde 1412, cuando se fundó la sociedad secreta La Garduña, en Toledo, España, que extendió sus tentáculos por tierras americanas. Se filtraron en la Conquista y demostraron su enorme poder a mediados del siglo XIX. Mientras la Conquista cumplió sus metas La Garduña estuvo en medio de la gente que venía de la península; el mercado era cerrado y había que abrirlo. La única forma era con el crimen, contrabando sobre todo, que incluía toda clase de ilegalidades. El hilo se hizo visible ante el conocimiento público de procesos penales derivados de las actividades de Correa y Cía. Los involucrados (traficantes de drogas, ladrones, mujeres de vida ambiciosa, jueces, abogados, guías penitenciarios, chivatos, tunantes, soldados pobres, presidente de la Judicatura) han sido declarados culpables, sin sanción severa. El mismo hilo asoma y desde La Garduña los delincuentes (cuatreros, directores de cárceles, alcaldes, jueces, curas excomulgados, soldados pobres, galeotes, pícaros, mujeres ajetreadas, estafadores, seminaristas, ladrones, chivatos). Los castigos eran capitales y la severidad estaba presente todo el tiempo. En los restos del Imperio español se asentaron los ‘mandatarios’ de La Garduña en Venezuela, Colombia, Méjico, Perú y el País de Zanahoria. La ‘mafia’ se administra por un directorio que organiza y ordena, fenómeno cuasihistórico inspirado por los ‘caballeros’ españoles Osso, Mastrosso y Carcagnosso, que deambularon por dominios españoles en tierras de habla italiana y repartieron la mafia en Sicilia, Calabria y Campania, en sucursales que aún existen con otros nombres en la América castellana. La cuestión no es responder a sangre y fuego; ello implica una guerra de baja intensidad que Noboa no ha podido hacer, sino abrir completamente la economía y que las leyes se vuelvan onerosas en su aplicaciones para disuadir de cometer delitos a los miembros de esta cofradía en la República de Zanahoria.

Francisco Bayancela González