Cartas de lectores | Crónica de una muerte anunciada

Las condiciones ambientales cambiaron y debe cambiar la matriz energética

Por iniciativa privada llega la energía eléctrica a Ecuador; en 1894 se instalan plantas eléctricas en Quito. Dos años después en Guayaquil. Como el negocio es rentable se interesan empresas norteamericanas; se forma Emelec en 1925 en Guayaquil, y en Quito la Eléctrica Quito S.A., en 1932. No hay energía eléctrica en la zona rural. En 1940 asumen la responsabilidad los municipios por falta de fondos para mantenimiento; la creciente demanda hace que quiebren. Como solución, el Estado crea Inecel y este empresas eléctricas regionales (1960) que generan, distribuyen y comercializan energía para varias provincias. La oferta otra vez queda corta. Inecel toma la iniciativa de generar y transportar energía para vender a estas empresas; construye Pisayambo, Paute, Agoyán, centrales térmicas en la costa y líneas de transmisión en los 70 y 80, y nace el Sistema Nacional Interconectado. En la última década del siglo XX y primera del XXI la población se duplica y los políticos matan a Inecel, su plan maestro y el desarrollo del país. Llegan los apagones (la hora Sixto). El gobierno de la ‘década ganada’, apurado y sin estudios, pero con jugosas comisiones, decide construir centrales hidroeléctricas grandes; no fueron solución. Hoy sufrimos racionamientos eléctricos, parte por el estiaje, mas la verdadera causa es la falta y/o mala inversión estatal por más de 40 años. Las condiciones ambientales cambiaron y debe cambiar la matriz energética. Ya no son solución el diésel y el agua. Hay que cambiar a sistemas eólicos, solares, geotérmicos, etc.; lo demás son parches.

Marco A. Zurita Ríos