Cartas de lectores: Cuatro años más en Estados Unidos
La democracia en EE.UU. es fuerte. En su interior todas las instituciones están consolidadas desde hace mucho
Desde la época de Bush padre, EE.UU. experimenta otra clase de populismo. Reagan puso los primeros cimientos: fue un gran comunicador y tenía exceso de buen humor. Llegaron Clinton y sus devaneos amorosos; Bush hijo y su guerra particular; Obama, cargando el Nobel de la Paz y enviando ‘marines’ a Afganistán en nombre de la guerra. Con Trump es otra cosa: si bien es WASP (white-anglo-saxon-protestant), ninguno de la clase lo acepta por ser atrabiliario; goza demasiado y el poder es su placer más sabroso. No es un caballero. ¿Tiene otros entretenimientos? Como todo millonario demuestra tener libertad absoluta. ¿Es pecado? No, es parte de su diario vivir desenvolverse a su arbitrio. Con Biden cambió un poco porque fue la única carta para vencer a Trump. Sus decisiones las toman sus asesores. Generalmente hay mucha coherencia y aún mucho respeto al poder estadounidense. Llega Harris, que no es WASP, pero es la única capacitada para enfrentar a Trump. Es más populista, pues el ideario demócrata así lo dispone, para coquetear con los ‘zurdos’ del mundo enemigo de la potencia, que conspira todo el tiempo. Pero, ¿ella cree en esto? Todo indica que no; Occidente lo necesita con urgencia. Y todos lo exigen. La democracia en EE.UU. es fuerte. En su interior todas las instituciones están consolidadas desde hace mucho y nadie osa degradarlas sin pagar un alto precio. Es el liderazgo lo que se tiene como meta. Uno fuerte para tiempos difíciles o flexible para tiempos débiles.
Francisco Bayancela González