Cartas de lectores: Culto al halcón en la cultura quechua
Esta fiesta ritualizada es el tema de la pintura de Diógenes Paredes, emblemático pintor del indigenismo ecuatoriano
Las culturas de los países andinos deben a las tradiciones del pueblo quechua símbolos e imágenes importantes. Es el caso del ave mítica de los incas-quechuas, el huaman o halcón. El ave aparece en sistemas religioso-mitológicos de muchas civilizaciones antiguas como signo solar.
Entre los incas cumplió variadas funciones: en el mito de origen recogido por Sarmiento de Gamboa se la muestra como antepasado totémico del clan real y resalta la figura de Manco Cápac, último personaje del modelo cosmológico y primero de la historia.
Según el mito, “Manco salió de la caverna con sus cuatro hermanos y cuatro hermanas; traía consigo un pájaro como halcón en una petaca al que veneraban todos y este hacía a Manco, señor”.
Con el tiempo los incas dieron al ave funciones administrativas que anteriormente en otras culturas no tenía: utilizar sus alas como garantía de respetar y sellar un pacto político. Una variante del ave, el coriquinque, especial por los colores amarillo o rojo que tiene en la cara, se transformó en categoría lógica del pensamiento y significó la dignidad del soberano.
En la Revista Inca Nº 2, 1923 se lee que, conmemorando a los incas en la ciudad de Cuzco, en 1610 desfilaron los indios principales de la parroquia de Santiago entonando canciones que hacían referencia al coriquinque.
Estas ideas antiquísimas sufrieron cambios, pero el ave continuó simbolizando la esencia de la cultura quechua. César Vallejo, uno de los innovadores de la poesía universal del siglo XX, tomó al corequique como símbolo para rechazar la colonización española.
En el primer párrafo del poema ‘Huaco’ escribe: “Yo soy el corequeque ciego/que mira por el lente de una llaga/ y que atado está al Globo/ como un estupendo huaco que girará”. Por otro lado, la cultura popular conserva en el Pase del niño de Riobamba el baile del curiquingue, que tiene una base ritual antigua en la cultura quichua ecuatoriana.
Los bailarines con figura de ave danzan en la fiesta imitando movimientos del ave y aunque el carácter religioso casi ha desaparecido, es obligación salir a bailar. Esta fiesta ritualizada es el tema de la pintura de Diógenes Paredes, emblemático pintor del indigenismo ecuatoriano.
Ileana Almeida