Cartas de lectores | Debate vicepresidencial: ¿para qué?
Romper la tradición o precisar su importancia
La telenovela “Noboa – Abad” tiene los matices que le imprime un autor que no ha llenado el libreto y el guion se desarrolla en el proceso, cuya trama forzó la imaginación del televidente en la expectativa por especular sobre el desenlace, donde los actores principales dividen las opiniones entre el villano y la víctima o viceversa, pero aspiran a que el final se revele el real motivo de este capítulo peculiar de la historia política ecuatoriana y que influirá en las elecciones del 9 de febrero.
El rol de la figura de la vicepresidencia, con la trama que se indica en el párrafo anterior, ha ocasionado, por el actual percance y antecedentes pertinentes al caso, el análisis exhaustivo de constitucionalistas, expertos jurídicos, y la ciudadanía en general lo necesario o no de un segundo mandatario que solo llama la fórmula que avale el Consejo Nacional Electoral (CNE), en concomitancia con lo escrito en la Carta Magna.
El vicepresidente cumple la función que el primer Mandatario lo asigna y lo reemplaza cuando el Ejecutivo se ausenta por un periodo considerable de tiempo; designarlo a un área en la que está inmerso un ministro es duplicar una tarea; en otras palabras, su razón de ser es decorativa.
Con esa precisión, ¿para qué? un debate vicepresidencial, si los binomios vicepresidenciales se ajustan a los lineamientos de los candidatos a la presidencia. No toman decisiones, resultan de un estamento burocrático, una carga dispendiosa del presupuesto estatal. Romper la tradición o precisar su importancia
Lenin Moreira Moreira