Cartas de lectores: Delincuencia, Estado y corporaciones

En áreas marginadas el Estado es el corrupto ausente y el narcotraficante el corrupto presente.

Estados socialistas no existen, todos son capitalistas, dependientes de la economía y cultura capitalista global manejada por corporaciones transnacionales privadas y estatales. Estas manejan a los Estados a través de sus partidos políticos y agencias multilaterales o directamente. Por eso Milei, Machado y Maduro son la misma cosa. 

Vale distinguir matices entre la supremacía de corporaciones privadas y la de corporaciones estatales; la primera es capitalismo monopolista privado; la segunda, capitalismo monopolista de estado. Entre las primeras se encuentran las europeas y norteamericanas; entre las segundas Rusia, China, Corea del Norte. 

En medio, según coyuntura, India, Brasil, Venezuela (Cuba, Vietnam y otros requieren otra definición). Ambos regímenes tienen algo en común: obesidad del Estado, corrupción generalizada, marginalización de amplios sectores poblacionales y democracia fallida. Representan caldos perfectos para la formación de la delincuencia que nada tiene que perder. 

Mientras, los mercaderes primarios festejan su supremacía con el fetichismo de miles de lucecitas de colores alucinantes y otros espejismos de indoctrinación mercantil para confundir las mentes contemplativas consumistas. Esas lucecitas, con el recuerdo histórico de las perlas de vidrio, atraen delincuentes para embarcarse hacia nubes rosadas con alcohol y droga, mediante balazos. 

El Estado da la cara a las maldiciones promovidas por las corporaciones, mientras los causantes -esas corporaciones- lavan cara y manos. No son atacadas por el pueblo, los Estados sí. El tráfico de drogas, robos de fondos públicos, obras fraudulentas, inasistencia a necesidades del pueblo y gran cantidad de otros males son apoyados por el Estado, donde el funcionario es esclavo o cómplice de las corporaciones. 

En la actual guerra contra la delincuencia vemos cómo pobladores se oponen a las tropas en su calidad de representantes del Estado y apoyan a la delincuencia organizada (México). En áreas marginadas el Estado es el corrupto ausente y el narcotraficante el corrupto presente. ¿Más vale -en un torcido criterio popular local- el presente que el ausente?

Federico P. Koelle D.