Cartas de lectores: Algunas disquisiciones sobre el momento político

Ojalá esta carta la lean principalmente los ciudadanos que ya han superado la pobreza

Los extremismos son criticables, inaceptables y motivo de enormes discusiones. En lo social, por ejemplo, puede que el ingerir alcohol sea aceptado, si no se cae en excesos. Ser un abstemio consuetudinario puede ser criticado. Igualmente inaceptable es que casi siempre te encuentres ebrio. El ejemplo doméstico nos permite entender mejor las ‘exageraciones religiosas’ de quienes creen indispensable ir a la iglesia todos los días, o en el otro extremo, dar gracias a Dios por ser ateo. En lo político, creo que las reglas van cambiando permanentemente, pues hace algunos años ser liberal era casi ser enemigo de la Iglesia. Por mucho tiempo los sacerdotes creían que todos los seguidores de Alfaro lo eran. Lo ‘normal’ era ser conservador, aunque más tarde, con el aparecimiento de varias corrientes políticas se dio paso a grupos sociales que respetando el orden constituido fomentan el cambio, en unos casos aceleradamente y en otros en forma menos precipitada. Tras muchos años aparecen en países subdesarrollados y también en los centros de desarrollo mundial, grupos que por no creer en los sistemas democráticos ni en la posibilidad de llegar al poder a través de las urnas, optan por caminos beligerantes, convencidos de que infundiendo miedo alcanzarán un fin determinado, llegando supuestamente por defender los derechos humanos de todos a caer en el terrorismo, olvidando que es su antítesis; aunque para Maquiavelo más seguro es ser temido que querido. Ante esta dicotomía es importante que el país busque un punto de equilibrio antes que sea tarde, ‘cediendo todos’ ciertos derechos o aspiraciones en favor de los demás como signo de solidaridad social, entendiendo que si no actuamos así el futuro va a ser muy incierto. Lo loable sería que los sectores con mejores ingresos se convenzan de que parte de los desajustes nacionales se originan en la pobreza de quienes no tienen nada, al carecer de trabajo por largo tiempo, ni siquiera la posibilidad de comer todos los días y peor de educar a los hijos, porque ellos deben también contribuir con la familia buscando vender algo. Lo señalado debe preocuparnos a todos, pues en la discusión de los diferentes proyectos de ley enviados por el presidente Noboa a la Asamblea, todos están de acuerdo ‘siempre que los sacrificados sean los demás’ pese a que se trata de un momento crítico para el país. Ojalá esta carta la lean principalmente los ciudadanos que ya han superado la pobreza.

Iván Escobar Cisneros