Cartas de lectores: Dogmatismo e inteligencia no viven en el mismo cerebro
Está reñido con la razón y con la inteligencia este accionar de dogmáticos y fanáticos
Con la incursión de la fuerza pública en la embajada de Méjico, afloraron argumentos, condenas, ataques a esta acción. Nadie en su sano juicio va a decir que estuvo bien. Esa acción atenta contra reglas internacionales establecidas, su quebrantamiento debe ser condenado por los Estados, que deben garantizar que las sedes diplomáticas sean respetadas.
Pero los Estados también garantizan que el respeto a las leyes internacionales sea integral. Esto significa que se debe condenar igualmente el que se use una sede diplomática para asilar a quien ha recibido condenas por parte de la justicia del país donde se encuentra la sede diplomática: esto también lo condena el derecho internacional y debe ser respetado. Vemos con pesar a políticos, mandatarios y exmandatarios que basados exclusivamente en afinidades dogmáticas, quieren hacer valer, exclusivamente, lo que se ajuste a sus dogmatismos y fanatismos. Para ello esgrimen argumentos que, por su dogmatismo, atacan a la razón y se desbaratan al menor intento de análisis. Maduro, en arrebato de desconocimiento ordenó cerrar una embajada que no existe. López Obrador plantea en una corte internacional que se suspenda o expulse a Ecuador de la ONU, cuando no es la instancia adecuada.
Lo más lamentable es que un expresidente ecuatoriano trate de buscar sanciones a su país, con bloqueos, solo por hacer prevalecer sus alegatos dogmáticos, contrarios a razones jurídicas, que traslucen motivos incalificables que más parecen miedos a que se revelen hechos reñidos con la honestidad. No se diga las reacciones de una masa fanatizada dentro de Ecuador, incluyendo asambleístas mediocres, seudoanalistas con grados académicos no compatibles con esas posiciones extremas, que defienden que se sancione al país por la incursión, sin hacer mención a la transgresión cometida al acoger a una persona condenada y reclamada por otro caso de corrupción.
Las acciones mencionadas no son compatibles con la razón, no son aceptables los análisis a medias y sesgados de las normas internacionales. Está reñido con la razón y con la inteligencia este accionar de dogmáticos y fanáticos.
José M. Jalil Haas