Cartas de lectores: ¡Ecuador vive la peor crisis de su historia!
Si unimos esfuerzos resurgirá la esperanza en un mejor Ecuador, más justo y próspero
Pactar todos por un cambio inmediato y radical es indispensable. La nación se convirtió en una de las más corruptas de la región. El modelo económico sigue basado en exportación de productos agropecuarios y dependiente del petróleo.
Nuestra cultura se ha degradado severamente. La mayoría de la población rechaza la educación -pública y privada-, muchas veces incompetente. El país se atomizó, perdió la bitácora y navega entre la incertidumbre y un miedo colectivo por la inseguridad y criminalidad que se expanden por todo el territorio.
Es el momento propicio para la propuesta. Necesitamos dos elementos fundamentales: verdadero liderazgo político, valiente y comprometido, y un proyecto político nacional basado en una verdadera agenda de Estado. Hay considerables intentos de organización social que aun siendo incipientes proyectan un potencial político.
Pero es impensable que una organización política nueva, más si se inserta en la tradicional partidocracia corrupta, pueda rescatar a la nación de esta vorágine en que nos han sumido varios gobiernos irresponsables, incompetentes y corruptos. A partir de 2025 Ecuador deberá iniciar una nueva historia, gobernada por una organización política o social de unidad nacional, en que estén inmersas todas las expresiones genuinas democráticas y comprometidas con un mejor país.
No será un gobierno tradicional, sino uno de transición; deberá fundir las bases de una nueva institucionalidad de Estado, articular una contundente política pública para erradicar la pobreza, y tener el compromiso de apuntalar con decisión inversiones sanas, externas e internas, comprometidas con crecimiento económico, justicia fiscal y derechos laborales del pueblo. El desafío es inmenso pero tenemos los recursos humanos, naturales y morales para hacerlo.
Lo lograremos, pero exige esfuerzos inmensos. El abandono de políticas sociales produjo más pobreza, conflictividad y violencia, una aberrante deuda social que hoy nos presenta como uno de los países socialmente más atrasados de América Latina. Si unimos esfuerzos resurgirá la esperanza en un mejor Ecuador, más justo y próspero.
Mario Vargas Ochoa