Cartas de lectores | El encanto de la palabra
¡La palabra nos hace grandes o nos minimiza!, por eso hay que cultivarla y hacerla grata; esta debe ser nuestra premisa
Nunca sobran las palabras cuando son dichas con amor, ya que brotan simplemente con candor. Tanto la palabra hablada como escrita, gira con desencanto al ser vulnerada, tanto en su forma como en su fondo, porque siente que está en abandono.
Ella siempre tiene una guía porque, las letras marchando van al compás de la maestra, las va empujando el puntero en el negro pizarrón; aferradas de las manos ellas forman los fonemas y cuando están agrupadas le dan vida a la oración.
Son veintiocho las marchantes que desfilan con amor, vocales y consonantes se unen en una misión; la de enseñar la lectura y escribir a perfección, unidas ambas felices se perfilan con ilusión.
La palabra siempre va adelante, labrando un destino, porque caso contrario sería un desatino indigno de ella por decir lo menos. Nace por inspiración divina, convertida en habla es eterna y da vida. Es sagrada, tanto que hasta el verbo se ve implícito en ella; ya que, el ‘Verbo’ se hizo hombre y habitó entre nosotros. Es musical porque posee rima y ritmo, que la hacen sutilmente atractiva; asciende y desciende a discreción, según nuestros sentimientos y nuestra acción. Brilla, por sí sola, es universal y puede estar escrita en varias lenguas, que la hacen sencillamente encantadora. Vibra en toda persona desde que nace, y va fortaleciéndose con el vaivén del tiempo y educándose según la prioridad que tenga el individuo; hasta llegar a la excelencia, como en el caso de los oradores, poetas, maestros.
Ella ilumina, todos los actos de la vida, pero cuando es pronunciada con desdén, lesiona la integridad de quien la lee o la escucha, causando advertencia, que hace obnubilar y perder hasta la razón. A veces ponemos tanto énfasis al pronunciarla, que parecería que estamos lastimando a quien nos escucha, por eso hay que decirla con mucho respeto; porque ella representa digna o indignamente a la persona que la pronuncia o la escribe.
¡La palabra nos hace grandes o nos minimiza!, por eso hay que cultivarla y hacerla grata; esta debe ser nuestra premisa.
Myrna Jurado de Cobo