Cartas de lectores | La esperanza no defrauda
En la pobreza y la oscuridad de un pesebre está el propio hijo de Dios
A menudo se escucha decir que la alegría más grande en la vida es el nacimiento de un hijo, y que frente a esa felicidad ningún esfuerzo parece pesar. Desde la fe religiosa profesada por más del 95 % de los ecuatorianos, la Navidad es la novedad que cada año nos permite renacer por dentro y encontrar en el nacimiento de Jesús la fuerza para superar cualquier dificultad. Enviándonos a Su propio hijo, Dios nos dice “¡eres mi hijo!”. Es posible que en este tiempo de crisis nacional muchos podamos sentirnos agobiados, perdidos, o desconsolados, por eso tal vez la mejor terapia emocional sea recordar hoy eso que Dios nos dice: eres mi hijo, ¡estoy contigo! Reconocernos como hijos de Dios es fuente de esperanza, no tiene costo, y es lo que más allá de nuestros defectos, equivocaciones del pasado, y de nuestras preocupaciones, nos hace mirar hacia el futuro sin miedo, sabiéndonos amados incondicionalmente por Dios, con un amor que no depende ni dependerá nunca de nosotros mismos, porque es un amor gratuito, que no cambia, pero que sí nos cambia.
El amor de Jesús transforma la vida, sana las heridas más profundas, libera del círculo vicioso de la insatisfacción, de la furia y de las quejas. En la pobreza y la oscuridad de un pesebre está el propio hijo de Dios. ¿Por qué quiso nacer así en vez de en la comodidad de un palacio? Pues para hacernos entender hasta qué punto ama nuestra condición humana: vino al mundo como un bebé débil y frágil para que nosotros podamos acoger con ternura nuestra propia fragilidad humana. Así como en Belén, Dios quiere hacer cosas grandes a través de nosotros. Necesitamos dejarnos atravesar por el amor incansable, gratuito y concreto de Dios. Es tiempo de reflexionar, no podemos seguir mandándonos banquetes repletos de vanidad y olvidarnos del banquete de Belén, rico en amor, que es el mismo Niño Dios. ¡Dejemos que esta esperanza sobrenatural nos transforme esta Navidad; no nos defraudará!
Estela Zea de Furlato