Cartas de lectores | Francia revoluciona el olimpismo
La revolución es parte de su ADN. Cambiar y alumbrar es una tarea difícil, pero no imposible.
A los galos les debemos la estructura del Estado moderno, que en la mayoría de constituciones se separara la iglesia del estado y que nuestras sociedades sean laicas, al menos en el papel; en realidad bien sabemos que es una utopía. Aquel 1789 quedó grabado para siempre en la historia de la humanidad.
Los Juegos Olímpicos París 2024 son ya una revolución cultural del siglo XXI. Romper la tradición de inaugurar en un estadio y llevar la llama olímpica a flotar sobre el jardín del palacio de las Tullerías ya es en sí mismo un mensaje revolucionario.
Las mascotas de los olímpicos históricamente han sido animales representativos de los países sedes, París 2024 tiene como mascota a un gorro frigio, símbolo de libertad y presente en muchos escudos, como el de Cuba o Colombia.
El programa inaugural ha levantado críticas en el fanatismo religioso por desconocimiento de la historia del arte; se representó un lienzo que era una alegoría al dios romano Baco, dios de la fiesta y la celebración. La Última Cena de Da Vinci no asomaba por allí ni por casualidad, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.
París 2024 deslumbra, maravilla, Francia lo ha vuelto a hacer. La revolución es parte de su ADN. Cambiar y alumbrar es una tarea difícil, pero no imposible.
Pablo Virgili Benítez