Cartas de lectores | Gran nacimiento ambateño

Queda demostrado que la edad avanzada no es impedimento para trabajar ni para la creatividad

Por circunstancias tuve que ir a una empresa ferretera situada en las calles Capitán Nájera y Pío Montúfar, diagonal a la Escuela Fiscal República de Cuba. Al preguntar por el propietario me dijeron que estaba al frente, en la casa esquinera. Crucé ayudada por el gentil empleado que me acompañó, pues es una zona muy traficada durante el día. Me encontré ante un portal enrejado y con gran seguridad, que fue abierto con diligencia para que yo entrara. Saludé con la amable hija del propietario y me invitó a que conociera la magistral obra de su padre. El Sr. Enrique Cabrera, ambateño de 82 años y radicado en Guayaquil por casi 70, con sus propias manos había cortado, pulido, pintado y armado cada una de las partes del hermoso nacimiento. Es espectacular, cada detalle tiene belleza. A más de tener como centro la Natividad, está rodeado de naturaleza, calles, ríos, quebradas, cascadas, imitando a su añorado Ambato y a Baños de Tungurahua. Se ve la famosa Casa del árbol con sus preciosos alrededores y la popular Tarabita (incluido el pasajero) que pasa sobre el río. El nacimiento está lleno de tantos detalles que me falta espacio para enumerarlos. Cuenta con variedad de luces multicolores que se encienden solo en las noches, convirtiendo a la esquina del sector en sitio de gran atractivo turístico. Queda demostrado que la edad avanzada no es impedimento para trabajar ni para la creatividad; es un buen ejemplo a seguir. Invito a todos a que lo visiten, para que se deleiten con esta folclórica obra de arte.

Myrna Jurado de Cobo