Cartas de lectores: Guayaquil y la tortura por caótico congestionamiento vehicular
Ya no existen horas en que podamos movilizarnos algo rápido para llegar a nuestros destinos
Resulta interesante compararnos con países desarrollados, en especial con EE.UU. Pude notar una congruencia entre los niveles educativos y la forma en que respetan a los peatones, las señales de tránsito, la no exagerada utilización de la bocina y su forma de conducir. No quiero decir que no hay accidentes; lo que quiero enfatizar es que la forma en que conducimos a veces representa cómo nos sentimos, y quizá es reflejo de nuestro entorno. Pareciera que si vamos demasiado rápido, excediendo la prudencia, estamos enojados; si vamos demasiado lento, nuestra frustración o tristeza se refleja en no avanzar, sin importar el tiempo de los demás. No encontramos un punto medio de razonable y moderada forma de conducir que permita que avancemos y lleguemos a nuestro destino final. Con las principales vías y calles totalmente colapsadas por el incremento de vehículos y motocicletas, mala planificación vial y falta de visión de las autoridades o de recursos para hacer obras en avenidas y calles a largo plazo, los niveles de estrés de quienes circulamos a diario se elevan a niveles nunca vistos. Ya no existen horas en que podamos movilizarnos algo rápido para llegar a nuestros destinos, pues dondequiera que vayamos siempre o casi siempre hay embotellamientos. Desde que salimos hasta que entramos a nuestros hogares es una pesadilla que nos quita horas de tranquilidad y acelera los niveles de malestar y frustración. Debemos tomar control de nuestros sentimientos y emociones al conducir y planificar adecuadamente las rutas en que circularemos, que probablemente no estén muy congestionadas. Y respetar las leyes de tránsito, en especial respetar a los peatones y conductores como esperamos que lo hagan con nosotros, siempre guardando la prudencia que permita reducir y ojalá evitar algún accidente de tránsito.
Es una lástima que Guayaquil, siendo una de las ciudades más importante del país y la de mayor población, sea caótica en movilidad y que este tema no haya sido atendido ni planificado con una visión de al menos los próximos 20 años.
¡Urge el orden!
Mario Vargas Ochoa