Cartas de lectores: ¡Hermano, dame la mano y escucha!

Nuestra conciencia nos dicta luchar por el bienestar con el único lenguaje universal, ¡el amor por la humanidad!

¿Hemos marcado el camino a la salvación o a la perdición? Si ganamos, viviremos en paz y en el sendero soñado, limpiando la podredumbre moral que nos tenía asfixiados. El sol brillará diáfano en nuestro interior, aunque la lluvia caiga con furor, pues la esperanza nos embarga y hará que la sonrisa sea compañera eterna, aun en la dificultad y la pena. 

Nuestros hijos y nietos verán reverdecer sus vidas, los centros educativos cambiarán confusos dogmas por nuevas normas dictadas por doctos cuya sabiduría recaerá en la mente de los educandos. Habrá fuentes de trabajo sin limite de edad, la salud recuperará su real importancia y las instituciones públicas velarán por la estabilidad del Estado por sano deber; igual las entidades privadas nos ayudan a crecer. 

Ecuador será un faro que atraerá al turismo, pues somos un paraíso aún sin explorar. Siempre avalado por el respeto hacia los demás, aquí reinará la paz y seguridad. Si no tuvimos la valentía de dar el voto por la verdad, nos toca luchar para recuperar los sabios principios y valores morales eliminados en la era de la impunidad. 

Debemos asumir el destino que elegimos, que sembrará o esquilmará nuestro presente y futuro como resultado de nuestra sabia o errada elección. Dios nos dio libre albedrío, por eso no podemos echar la culpa a nadie, excepto si hubiere fraude electoral, el cual lo hemos palpado en varias ocasiones. Por desgracia el enemigo es mortífero y está enquistado en el CNE

Dios nos salve de él y de todos los resentidos sociales. Somos artífices de nuestro destino y lo hemos marcado con dignidad o vileza, pero el ‘mea culpa’ será nuestra sombra, por no escuchar el clamor de la madre patria. Somos y seremos vida; debemos resarcirla con buenas acciones, emociones y darlas a quien esté cerca de nosotros por igual; no hagamos gala de egoísmo, ignorancia, maldad, terrorismo porque demuestra que en nuestra alma impera el cinismo, no el patriotismo. 

El concierto de las naciones del mundo avalará o rechazará este resultado, según sea propicio para la paz o la guerra. Nuestra conciencia nos dicta luchar por el bienestar con el único lenguaje universal, ¡el amor por la humanidad!

Myrna Jurado de Cobo