Cartas de lectores: El hombre y su desarrollo alejado de la naturaleza

El sacrificio es posible cuando se descartan sentimientos egoístas y se piensa en los demás

La población ecuatoriana creía que el cambio climático era algo pasajero y que jamás nos iba afectar. Los problemas presentados: agua, luz, deforestación, minería, no son causas de un presidente; son estructurales: falta de política de protección de recursos, de planificación, normas sin programas y controles estrictos; mal manejo de recursos naturales. El ser humano creyó que podría hacer con el resto de la naturaleza lo que quisiera con el pretexto de ‘desarrollarse’ y comenzó el crecimiento de ciudades, industrias, tala de bosques, destrucción de culturas aborígenes y especies silvestres y contaminación en muchas formas. La población de Ecuador no conoce los problemas ambientales más graves que tiene el país y ello está influyendo en la falta de sensibilidad frente a la naturaleza. El pueblo debe tomar conciencia a través de programas efectivos de educación. La contaminación del aire es un de extrema gravedad, la combinación de contaminantes como el smog puede producir efectos negativos en el ser humano, animales y plantas. En los humanos, desde alergias con molestias severas hasta graves daños al tejido respiratorio, incluyendo cáncer. A esto contribuyen los polvos y humos producidos por fábricas de madera, papel, balanceados, etc., cercanas a ciudadelas habitacionales. La fabricación de aerosoles de uso comercial (fijadores de pelo, desodorantes, perfumes, etc.) destruyen la capa de ozono, sustancia que forma alrededor de la tierra una capa protectora contra la excesiva radiación solar. Su desaparición causaría gravísimas alteraciones a la superficie terrestre por exceso de energía solar que llegaría a la tierra, con consecuencias nefastas para la vida. La salud no solo depende de servicios que ofrezca el Estado, sino de nuestra disposición, cuidado y protección. Ningún cambio se afianzará sin cambiar nuestra mentalidad y organizarnos a la luz de objetivos claros. Urge la concientización. Aún tenemos muchos sacrificios por hacer y preocupan las conductas y falta de empatía de algunas personas, que con sus hábitos de dispendio malgastan recursos como si fueran parte de un país económicamente avanzado. Tenemos que recuperar nuestro viejo sentido de sacrificio y el espíritu de desafío al futuro; estamos viviendo un período que exige trabajo intenso y constante. El sacrificio es posible cuando se descartan sentimientos egoístas y se piensa en los demás, en el beneficio de la mayoría por encima de la utilidad y codicia personales.

Sara María Garaicoa Granizo