Cartas de lectores | La integridad, lo más caro en la vida
Amarás a Dios sobre todas las cosas
De las cosas más caras de la vida, sin duda, amigo mío, es la integridad. Así también hay cosas tan grandes como el universo: el ego, la ambición, la tolerancia a la falta de integridad. No es difícil encontrar en cualquier entorno, intelectual o no, materialistas convencidos buscando el destino o la suerte en los astros, cartas de gitanas o el embustero de turno que vende amor o felicidad a 5, 10 o más dólares. Lo mismo que católicos o cristianos que recurren a similares embustes, olvidando el primero de sus mandamientos: Amarás a Dios sobre todas las cosas. A veces, quizá por pereza intelectual, se aceptan conceptos contrapuestos sin ambages: creer en Dios y a la vez en un universo estacionario, sin principio ni fin, dejando por fuera al Iniciador y su posibilidad de actuar sobre su propia creación. O decirse ateo y aceptar las pruebas científicas del Big Bang, que demandan la existencia de un iniciador, de un creador, de Dios. Es común que un ateo asimile con facilidad el concepto de un universo incausado, atemporal. Pero le escuece aceptar estas características intrínsecas de Dios. ¿Un mundo sin principios, sin integridad, es posible? La historia ha demostrado que sí. Solo hace falta ver a un político con un loro en su hombro que hable por él, mientras su cabeza y corazón ocultan deseos y ambiciones. Lo que queda siempre de nuestro lado es el poder del don del libre albedrío. Poder optar a qué mundo queremos pertenecer. Porque hay un mundo, aunque pequeño, de seres humanos en busca de integridad, al que humildemente busco y desafío pertenecer.
Xavier Robles