Cartas de lectores: Intoxicación política
Es obligatorio investigar la vida de cada candidato
El odio sigue haciendo mella. Cada día amanecen encendidos la hipocresía y el insulto. Ya no estamos hermanados por raza, menos aún por causa. Pasamos a formar parte de los cuadrúpedos, divididos entre burros y borregos.
Los indígenas dejaron de ser hermanos, fueron etiquetados como terroristas. ¡Qué será cuando se encienda de verdad la campaña electoral por la presidencia y la Asamblea! En los partidos políticos y en el indigenado hay de todo, buenos y malos o ricos y pobres, igual entre los ‘blanquitos’. Cuán imperativo es parar y hacer un acto de reflexión, mirar el futuro con optimismo, sin acusaciones falsas, sin publicar cosas que solo generan odio y que nos hacen olvidar que nuestro enemigo común y devastador es el subdesarrollo político, a más del hambre, la inseguridad, la crisis social, la falta de empleo y la necesidad de tener un sistema de salud sin corrupción.
La intoxicación política es tal que ha llegado a sumirnos bajo el régimen de un nuevo estilo de dictadura, la del conformismo y/o quemeimportismo, que nos hace dócilmente aceptar el sablazo del verdugo que elegimos. Gracias a ello olvidamos que la elección que se avecina es crucial, que no hay tiempo para volver a marrar con el voto, que no basta con conocer los planes de gobierno de los candidatos (son solo ofrecimientos, no soluciones). Es por ello obligatorio investigar la vida de cada candidato, pues la corrupción parece haber salpicado por doquier, secuela que cargamos como cruz en nombre de una supuesta democracia.
Juan Idrovo Martínez