Cartas de lectores: La justicia por propia mano

Acérquese a Dios para pedirle perdón por sus pecados

¿La justicia por propia mano es la solución? Cuando la ira, la impotencia y la venganza se unen no se hace justicia, sino que se comete una injusticia, rebajándose al nivel de los delincuentes; se termina siendo igual o peor que ellos. Sólo quienes han sufrido comprenden el dolor y la incertidumbre de un secuestro, la angustia y la desesperación que provoca un robo; no somos jueces de nada ni de nadie, las víctimas se convierten en victimarios guiados por la ira. La desconfianza en la justicia regular, la inseguridad jurídica en la que vivimos, la frustración que provoca el asesinato de un hombre bueno, la impunidad de los criminales, están infectando el pensamiento de la gente. Ser justiciero por mano propia daña la conciencia; se llevará en el alma el estigma de un homicidio. No podrá dormir en paz por el remordimiento. Acérquese a Dios para pedirle perdón por sus pecados, y hallará absolución en su perdón y su misericordia. ¿El ajusticiamiento es la solución de los delitos? ¿Cuándo un hombre bueno se convierte en malo? ¿Cuándo los justos se vuelven injustos? “La ira colectiva enceguece, por impartir justicia, puedes llegar a cometer una injusticia, por amedrentar a los que delinquen, te transformas en uno de ellos”. Santiago 1:20... porque en la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Reina-Valera. 1960.

Agustín Romero