Cartas de lectores: El legado que nos dejan las elecciones anticipadas

No ha sido una estrategia de patriotismo el dividir y llenar de odios a las gentes

Los ecuatorianos no hemos sido ni somos enemigos unos de otros; en ocasiones opinamos diferentes en nuestra perspectiva de analizar las cosas o en las soluciones que debemos adoptar para resolver nuestros problemas comunes. Sin embargo, hemos visto en este proceso electoral que por el influjo de dirigentes políticos y sus asesores, de izquierdas o derechas, la atmósfera política del país se ha ido envenenando. Las palabras poco a poco se han ido tornando crudas e hirientes, las personas más sencillas y cultas han ido empujando al odio, a la violencia, al resentimiento y de manera clara, cada vez más a considerar que el sistema democrático que hasta aquí hemos vivido ya no es útil a nuestra convivencia en paz y en concordia. Los problemas que hemos enfrentado por décadas, graves, no han logrado separarnos ni dividirnos. Las guerras electorales y las discusiones entre políticos de pensamientos diferentes no lo lograron entonces, pero sí lo están logrando ahora: dividir, crear brechas, resentimientos irreconciliables entre nosotros. Es como si unos y otros, imposibilitados de derrotar a sus adversarios de manera definitiva, nos están propulsando a los ciudadanos a buscar la destrucción de nuestro cimiento democrático, de nuestra administración de justicia, de la forma de hacer las leyes. Todavía hay tiempo de recomponer el camino. Aunque le cueste, debe toda la clase política reflexionar en serenidad, solemnemente, y enmendar todas las cosas que han dicho, las descalificaciones a sus adversarios, insultos y falacias que sus almas llenas de resentimiento e ira han guardado hasta que se han destapado. La demagogia y la desinformación deben cesar de una vez por todas de forma total. Quienes viven en el odio y la confrontación permanente, quienes los propician, quienes por lograr sus pasajeras ambiciones y designios políticos destruyen y ahondan divisiones sociales, terminarán pereciendo en ese marasmo después de sumir al Ecuador en el caos. No ha sido una estrategia de patriotismo el dividir y llenar de odios a las gentes, solo como herramienta por ganar elecciones y no para lograr algo positivo por el Ecuador de todos.

Mario Vargas Ochoa