Cartas de lectores: Liderazgo en crisis
Seamos optimistas, el Ecuador puede y debe tener un mejor futuro
El presidente debe ser un líder-estadista, que tome las decisiones, especialmente las más importantes y trascendentes, luego de un 'proceso' en el cual haya, por lo menos: un análisis de la situación; asesoramiento de expertos y técnicos; establecimiento de alternativas de solución, valoración de ventajas y desventajas; reflexión y decisión; comunicación de la mejor manera posible y, luego, supervisión y control de la organización y los planes en ejecución. Los asesores y comisiones están para presentar estudios y recomendaciones con base en las directrices y la visión general del presidente. Nadie medianamente informado puede decir que es fácil liderar, administrar, un país en tiempos difíciles, inéditos; con un Estado ineficiente, atravesado por corrupción casi generalizada (instituciones y empresas estatales convertidas en empresas privadas de políticos y funcionarios corruptos -hay excepciones-); ‘inseguridad integral’; economía casi en recesión, deuda descomunal, déficit fiscal permanente y crisis energética sin precedentes. Gobernar con una Asamblea (con 'jefes' de partidos, movimientos, y bancadas que tienen agenda e intereses propios inconfesables) con características como la que tenemos; opuesta a casi toda iniciativa y proyecto, por buenos que sean para el país y el bien común. Por otra parte, una sociedad preocupada de sus cosas y problemas; en muchos casos, ajena a la administración irresponsable del Estado.
Debemos cambiar y esforzarnos por tener un Estado eficiente, que genere certezas, certidumbre y no zozobras; ser una sociedad fuerte, decidida, empoderada y, sobre todo, unida en propósitos y objetivos para cambiar el país; tener una Constitución y leyes que permitan corregir todas las barbaridades que dificultan el progreso y desarrollo (la de 1998 actualizada, por ejemplo, con una Comisión Nacional Anticorrupción, la de la sociedad, donde estén los mejores ecuatorianos y sean parte procesal en los casos investigados).
Seamos optimistas, el Ecuador puede y debe tener un mejor futuro.
Francisco Almeida Caviedes