Cartas de lectores: La maldición de los eucaliptos
Por su valor, se exportan grandes cantidades de chips de eucalipto desde el puerto de Esmeraldas
Algunos ecologistas han acusado a los eucaliptos, familia de árboles originarios de desiertos en Australia, de secar el suelo en que se plantan. Esta controversia se originó en una exposición universal en París en el siglo XIX, donde Australia presentó el eucalipto, destacando sus más de 700 variedades. Estos crecen rápidamente, llegando al metro por año, y pueden rebrotar hasta cinco veces tras ser cortados.
Durante la exposición alguien adquirió semillas de eucalipto en Australia, que posteriormente fueron distribuidas en varias haciendas de la sierra. A menudo se dice que nada crece alrededor de ellos, pero la razón principal es que suelen ser plantados en suelos ya desprovistos de vegetación.
Con sus raíces pivotantes que pueden penetrar hasta 50 m en busca de agua subterránea, está adaptado para prosperar en condiciones áridas. En un experimento realizado en la Estación Forestal de Conocoto se establecieron cuatro parcelas de igual tamaño cubiertas de hierba para control.
En una se plantaron alisos, en otra eucalipto y en la tercera, pinos; la cuarta se mantuvo solo con hierba. Tras 20 años se midió el crecimiento de la hierba bajo los diferentes árboles y se descubrió que bajo eucaliptos y pinos había crecido al doble que en la parcela de control, y bajo los alisos hasta cuatro veces más.
El eucalipto es una especie de gran importancia para la humanidad, en especial en la producción de papel higiénico, producto esencial en la vida moderna. Por su valor, se exportan grandes cantidades de chips de eucalipto desde el puerto de Esmeraldas.
Jorge Barba González