Cartas de lectores: Manual de resistencia
Bienvenidas quienes quieran estar conmigo en el lugar donde no hace falta portarse bien
Cumplir 40 años parece, para algunos, una sentencia. “¿Estás en tus 40? Seguro te sientes cansada”. “A esta edad es normal que el metabolismo te traicione”. “Si estás soltera, tenemos hombres mayores para ti. Buscan una relación estable”. “No olvides tu tratamiento preventivo, ya es hora de que no se note el paso del tiempo”. ¡Qué absurdo! Claro que se nota. Y se siente.
Y también se honra. No he venido a disimular mis años, sino a vivirlos. Es ahora cuando verdaderamente estoy en mi mejor momento. No porque la piel se vea más tersa o por haber encontrado el suplemento milagroso. Por primera vez en mi vida estoy cara a cara con la honestidad. Con la mía, que a veces incomoda y no siempre es amable, y que no se puede maquillar ni endulzar. Y aunque esa presencia no siempre sea fácil de sostener, me mantiene despierta.
He aprendido a ser selectiva, a escuchar mi intuición, a alejarme de quienes no sintonizan conmigo, a decir no con la tranquilidad de quien ya no se siente en deuda con el mundo. Y no es otro manifiesto de ‘empoderamiento femenino’. Es un llamado de atención, una legítima inquietud. ¿Por qué noto a mis cuarentonas derrotadas, espantadas, resignadas? ¿Quién les dijo que ya no hay espacio para más? ¿Por qué hemos comprado la idea de que el cuerpo, la vida, los deseos y las libertades tienen fecha de expiración? Tanta resistencia que me pregunto si lo que están resistiendo es a sí mismas.
No es machismo ni feminismo; estoy cansada de los ismos, de etiquetas que nos definen antes de siquiera elegir. Del ‘sticker’ social de “pórtese bien, que Guayaquil es chiquito”. ¿Y qué es portarse bien, quién inventó esa regla? ¿Es no molestar, no incomodar, no salirse del margen, encogerse para caber en lo que otros consideran apropiado? Paso, prefiero portarme real, ser lo que soy, sin necesidad de aprobación.
He llegado a un momento de la vida en el que me pertenezco, no en el sentido de autoayuda de revista dominical o de consejos de algoritmo de TikTok. Me pertenezco porque me he mirado de frente y he decidido elegirme. Y eso se nota. En el cuerpo, en la mirada, en cómo me muevo y en lo que ya no estoy dispuesta a soportar. Lo recibe quien me rodea. Así que sí, que se note el paso de los años, la claridad, la fuerza, el camino recorrido. Que se note que ya no me debo a nadie más que a mí misma. Bienvenidas quienes quieran estar conmigo en el lugar donde no hace falta portarse bien, sino portarse libre, plena, ser auténtica. Sin prisa, sin permiso, sin disculpas.
Frances Swett