Cartas de lectores | Miremos en el espejo de Venezuela

¡Cuidado!, que ahora se toman el poder no con las armas sino por elecciones supuestamente democráticas

Acerca de la burla y humillación sufrida por nuestros hermanos venezolanos después del descarado e insólito fraude electoral del 28 de julio negro, tengo dos sentimientos encontrados: el uno es de dolor, de solidaridad con este pueblo luchador que vio cómo su esperanza de que flamee nuevamente la bandera de la democracia, la justicia y la libertad en su país y su ilusión de regresar a sus pueblos a unirse con los suyos, se esfumó como un sueño. Pero tengo un segundo sentimiento encontrado, y es que la desgracia que está afrontando el pueblo venezolano nos sirva de espejo a los ecuatorianos.

Ahora que estamos a pocos meses de elegir presidente, vicepresidente y asambleístas es necesario por el futuro de nuestro país, por nuestros hijos, meditar, pensar con la cabeza fría antes de dar nuestro voto. No lo hagamos por ofrecimientos y dádivas, no votemos por partidos o movimientos de izquierda o progresistas; todos te ofrecen la felicidad celestial, pero no te dicen cómo. En la práctica solo piensan y actúan para y por ellos, como hacen un grupo de asambleístas en nuestro país que no ha escatimado acciones bochornosas y cínicas con el solo propósito de lograr la impunidad a favor de delincuentes sentenciados y prófugos, para que regresen y se queden para siempre. Se creen los omnipotentes, los dioses, los únicos llamados a gobernar. Así son Maduro, Ortega, Castro, Chávez; les conviene la existencia de pobres para vivir de la miseria de ellos, la existencia de ignorantes para que no tengan libertad de pensamiento. ¡Cuidado!, que ahora se toman el poder no con las armas sino por elecciones supuestamente democráticas, pero en cambio tienen bajo su control los tribunales electorales, la justicia y hasta los sistemas informáticos para legalizar el fraude a favor del tirano, sin hacer caso al clamor de su pueblo, de organismos internacionales y de países democráticos, para que justifiquen el pregonado triunfo. El futuro del país está en tus manos.

C. Wellington Ríos Villafuerte