Cartas de lectores: Un mundo torcido
Los malhechores han destinado millones de dólares a construir túneles subterráneos para esconder sus pravedades
El mundo de hoy está tan torcido que los secuestradores de Hamás tienen a dos lactantes entre sus más de 100 víctimas, y hay gente que aún los apoya. Los derechos humanos de los delincuentes son mucho más importantes que los de las víctimas. Los terroristas comenzaron la guerra. Si un delincuente lanza una piedra contra otra persona y recibe un balazo por eso, es cuestionado el comportamiento del que disparó y no el del que lanzó la piedra. ¿Con un piedrazo no te puedes quedar tuerto, hemipléjico o tirado sin vida en el suelo? Llueven los derechos de los que roban porque lo hacen por necesidad y no por avaricia. Los privilegios de los que mienten aparecen enseguida para justificarlos. Los beneficios de los presos en las cárceles les permiten tener celular, computadora y disfrutar de la tecnología más avanzada, a más de licores y armas de todos los colores y tamaños. ¡Pobrecitos, pasan encerrados! Los que matan se justifican diciendo que fue en defensa propia o por resistencia de su víctima. Los que violan se defienden con el argumento que fueron tentados por la violada, que ella buscó ser conquistada y doblegada. Gritan los terroristas que ellos no han hecho nada de lo malo de lo que se les acusa, pese a que hay pruebas de que han secuestrado lactantes, violado niñas, matado hombres y mujeres, incinerado vivos a sus enemigos, matado a sangre fría a personas de la tercera edad y a todo ser vivo que se les cruzó en su camino de maldad. Los forajidos tienen derechos y el privilegio de enseñar cosas torcidas a sus hijos; les enseñan desde chiquitos a odiar, matar y destruir. A pesar de todo, el mundo los aplaude, justifica y muestra como pobres víctimas de una sociedad cruel. Los malhechores han destinado millones de dólares a construir túneles subterráneos para esconder sus pravedades, tapar iniquidades y ocultar sus crímenes horrendos, en vez de usar ese dinero para construir casas, escuelas y hospitales. Y el mundo los aplaude. Cierta prensa, ciertos políticos y gobiernos, cierta gente que busca entronizar el caos, el odio y el mal en burdo pedestal. Son casi todos hijos del maligno y uno que otro mal informado.
Gustavo Vela Ycaza