Cartas de lectores | Nuestro país no tiene cultura de control de agua
Es menester considerar su efecto en la infraestructura en general y terminar con los enormes estragos que ocurren
Cada cierto tiempo se presenta el fenómeno de El Niño, durante el cual la naturaleza se ensaña con el país al presentar eventos de lluvia imposibles de controlar incluso en países desarrollados, dotados de infraestructura suficiente para evacuar excesos de agua, que no es parecido al periodo de lluvia de 2025 que, de acuerdo al Inamhi, es hasta el momento de características normales. Según reportes de prensa, el presente periodo de lluvias ha afectado con mayor o menor impacto a 23 provincias, fundamentalmente desde la cota 800 m.s.n.m. hacia abajo, gran parte de la costa ecuatoriana, particularmente a los sectores más deprimidos de la sociedad que habitan en zonas urbanas y rurales y en asentamientos informales de las grandes ciudades. Es normal escuchar que una ciudad se inundó por la insuficiencia de alcantarillado pluvial o por basura que taponó sumideros; una vía colapsó por la falla de una alcantarilla, un deslizamiento de tierra arrasó con viviendas por la desestabilización del cerro debido a exceso de saturación, un puente colapsó por erosión de sus cimientos, etc. No estamos ni medianamente preparados para contrarrestar estos eventos que ocasionan pérdidas cuantiosas en ámbito socioeconómico y pérdidas de vidas humanas.
A lo largo y ancho del país las situaciones anotadas se deben a que autoridades regionales y seccionales no privilegian los sistemas de evacuación de aguas lluvias en zonas urbanas y rurales; los administradores solo se remiten, en la mayoría de casos, a culpar a eventos de lluvia extraordinarios, que casi nunca lo son. Y la población también abona al agravamiento de la situación, sobre todo en zonas urbanas, al no tener la cultura de deshacerse de desechos de adecuadamente, respetando horarios de recolección, junto a la poca difusión del departamento responsable de esa evacuación, que se junta con falta de mantenimiento de los sistemas de evacuación de aguas lluvias. Exceptuando casos muy puntuales, no existe cultura de control del agua. Es menester considerar su efecto en la infraestructura en general y terminar con los enormes estragos que ocurren, sobre todo en los sectores más deprimidos de la sociedad; y entender que todo esto forma parte de una indeseable rutina que se manifiesta de manera cuasi anual, existiendo un denominador común para los administradores de turno: la indiferencia generalizada para aprovechar y manejar ese recurso natural vital para nuestra supervivencia
Jacinto Rivero Solórzano