Cartas de lectores: ¡Nuestro país no lo merece!
No merecemos el desprecio de que nos pongan candidatos de una mediocridad tan rampante como la que estamos viendo
Ecuador es un país poblado por gente buena, personas que aspiran al bien general. En esta campaña electoral, lamentablemente, hemos evidenciado que los actores políticos han recurrido a agresividades extremas, de lado y lado, pero en uno de los lados se ha llegado a implementar más vulgaridad que en el otro. Y los enfrentamientos políticos son enfrentamientos, pero de ideas, de conceptos, no de vulgaridades.
Cuando un sector político desciende hasta la vulgaridad, lo que pone en claro es el nivel educativo, el nivel cultural. La educación y la cultura son complementarios, no como creen algunos, que al exhibir sus títulos académicos aspiran a englobar la educación con la cultura. La cultura es el freno interno, intelectual, a la vulgaridad.
La vulgaridad se manifiesta no solo en palabras soeces, se manifiesta en alusiones personales o familiares, se hace presente cuando una persona minimiza a otra por su tamaño físico, sin percatarse, precisamente por la pequeñez intelectual, de que el tamaño más representativo de la persona es el del intelecto, el cual no conoce de estaturas físicas, géneros ni sexos, solo distingue las alturas intelectuales. En redes sociales se ha evidenciado la agresividad descontrolada de los burdos, que en su escasez intelectual llegan a usar insultos denigrando a la madre de los opositores, con una generalización impropia de una persona culta.
La vulgaridad es el arma del ignorante, del que no es capaz de encontrar argumentos nobles en la discusión, de los que sin ton ni son califican a sus opositores de ignorantes, de enanos, de “bonsai” y otras barbaridades. La selección de representantes mediocres es una clara manifestación de la ignorancia de quien los escoge. Cuando vemos que una reacción de un partido a la alusión de su cercanía (no necesariamente pertenencia) con grupos delincuenciales, lanza una campaña de respuestas una gran cantidad de PhD, diciendo que ellos son partidarios y que votaron por la persona que pretende una dignidad por dicho partido, no deja de causarnos escozor la pregunta: ¿por qué si tienen tanto PhD escogieron como asambleístas a gente sin preparación, o con simples títulos de bachiller, o algunos de profesión obtenida en alguna universidad de poco nivel? Sinceramente quienes hacemos Ecuador, y quienes de alguna manera decidimos opinar sobre las realidades de nuestro país, no merecemos el desprecio de que nos pongan candidatos de una mediocridad tan rampante como la que estamos viendo.
José M. Jalil Haas