Cartas de lectores: La nueva Guerra Fría y sus efectos

La ayuda oficial al desarrollo sigue siendo insuficiente

La geopolítica tras la Guerra Fría socavó la paz, la sostenibilidad y el desarrollo humano. Las prioridades hegemónicas siguen amenazando. El final de esa primera Guerra Fría se interpretó como un triunfo de EE.UU., con el colapso de la URSS y el surgimiento de un mundo unipolar. Sin embargo, también provocó descontento. Este conflicto alimentó divisiones ideológicas, sistémicas y culturales. La nueva Guerra Fría es violenta en algunas partes del mundo, y las tensiones continúan creciendo. La globalización se ha invertido de manera desigual y la financiarización ha afectado la economía real. El G20, creado tras la crisis financiera de 1997, perdió relevancia frente a la centralidad del G7. La OTAN, cuya razón de ser desapareció con la URSS, continúa expandiéndose y reforzando su posición tras la invasión rusa de Ucrania. EE.UU. ha reconfigurado sus prioridades para fortalecer la OTAN y frenar a Rusia. Europa, bajo el liderazgo de Úrsula von der Leyen, se ha vuelto más beligerante. La OTAN ha realizado intervenciones militares ilegales fuera de Europa, mientras las potencias occidentales han desplegado sus fuerzas en el Mar de China Meridional, desafiando compromisos regionales. Pese a las hostilidades hubo rarezas de cooperación, como la erradicación de la viruela en los años 70. Pero la ayuda oficial al desarrollo sigue siendo insuficiente, por debajo del 0,7 % prometido por las naciones ricas, lo que refleja un enfoque más centrado en prioridades estratégicas y militares.

Wilfrido Ávila