Cartas de lectores: El olor del mal
No se puede negar que las malas acciones humanas despiden olores insoportables
El olfato desempeña un importante papel en la interacción social. Los seres humanos despiden olores desde la piel, orificios corporales y emuntorios para eliminar sustancias no siempre agradables al olfato. Los cadáveres, políticos o no, son fuente innegable de pútridos olores por su descomposición. Los médicos conocen cómo algunas emanaciones ayudan al diagnóstico de entidades: el aliento frutal de la cetoacidosis diabética, el olor de la orina a jarabe de arce y el aliento alcohólico, etc. La Biblia enseña que hay ciertos olores agradables a Dios y el Libro del Apocalipsis habla de las copas de oro llenas de perfumes que son las oraciones de los santos. Por otro lado, se asegura que el infierno huele a humo, a carne quemada y a ácido sulfhídrico, que es el que produce el fétido olor a huevo podrido.
Tampoco se puede negar que las malas acciones humanas despiden olores insoportables: las sórdidas entrevistas que dan prófugos de la justicia; las denuncias de inmundicias en los casos Metástasis, Purga y Plaga; los enormes cargamentos de droga que circulan en suelo patrio; las sucias mentiras disparadas sin vergüenza; los cruentos crímenes del sicariato y la pestilente impunidad de la que aún gozan ciertos delincuentes. Estos actos y los que faltan por detectar -Absceso, Pus y Gangrena- emiten fétidos olores que irritan gravemente el olfato de todo el cuerpo social.
Gustavo Vela Ycaza