Cartas de lectores: Pasaje en el transporte público

Ahora todo eso se ha perdido. ¿Serán capaces las autoridades hasta octubre de revertir esta situación?

Para el mes de octubre se anuncia que en la ciudad de Guayaquil va a aumentar el pasaje del transporte público de USD 0,30 a USD 0,45. ¿Habrán consultado a la ciudadanía si está de acuerdo con el servicio que prestan los señores choferes de estas unidades? Este servicio abarca a buses, colectivos y Metrovía. ¿Sabrán las autoridades que en determinadas horas del día los pasajeros van en estas unidades ‘como sardina en lata’, que el chofer de estas unidades se parquea para dejar o recoger pasajeros en cualquier lugar y no en los paraderos respectivos? ¿Sabrán las autoridades que el chofer de estas unidades, tiene pitos estridentes o que cuando quieren rebasar a otro vehículo o van en franca competencia con otro chofer de la misma unidad por calles angostas existe el peligro de atropellar a personas que van a pie? ¿Sabrán las autoridades que a las unidades se suben vendedores y charlatanes de todo tipo? De agua, caramelos, helados, etc. Y de los otros, que son los: ‘profetas del fin del mundo’, otros que ‘llegaron recién al país y no tienen dónde alojarse porque les cobran a diario y no tienen como pagar’, ni se diga de los delincuentes que los choferes de las unidades sí los conocen. Ej., desde el hotel Hilton Colón a la Universidad Estatal de Guayaquil se suben y se bajan ocho vendedores y tres charlatanes, aparte de los cantantes y sus equipos. Los asientos amarillos hoy por hoy están de adorno y no son capaces los choferes de poner orden y decir que son para las personas de la tercera edad, discapacitados, mujeres embarazadas. Allí ahora se sienta cualquier persona y lo peor: el que se sienta allí va chateando en su teléfono y ni se inmuta cuando se le llama la atención para cederle el asiento a una persona que realmente lo necesita. ¿Se acuerdan cuando comenzó el servicio de la Metrovía? El chofer tenía la gentileza y la bondad de dar la bienvenida al pasajero. Decir para qué servían los asientos amarillos, que tengan cuidado con sus pertenencias y lo clásico: “próxima parada”. Ahora todo eso se ha perdido. ¿Serán capaces las autoridades hasta octubre de revertir esta situación? ¿Habrá una campaña de concientización de lo que se pretende hacer?

Roberto Flores