Cartas de lectores: Pirotecnia, drogadictos y motociclistas

Policías y militares deben efectuar un seguimiento a las detonaciones

Viví mis primeros años en el campamento minero Ancón, controlado por los ingleses, quienes impusieron normas sanitarias y levantaron a la población desde el alba, mediante una alarma que se oía en toda la comunidad. Nos disciplinó desde niños.

Siempre practicando deporte y ahora por el implacable tiempo, solo nadamos y caminamos con mi esposa.

Las caminatas se están volviendo complicadas por la gente irrespetuosa que conduce autos y motocicletas, quienes aprovechando que nadie los controla, no respetan los semáforos y algunos conducen en contravía. Los que conducen motos también lo hacen por las veredas, para sortear columnas de autos y si se les reclama, se enojan y se creen muy valientes. Conducen a muy altas velocidades, superiores a los autos. Además, todo está enrejado y no se puede acceder interiormente a la etapa si no se tienen llaves.

Recorriendo la decimoprimera etapa, por sus extremos, toca eludir a los drogadictos que utilizan las veredas para consumir o dormir su embrutecimiento. En el Albocentro 5, un sector de discotecas, los viciosos desde hace muchos años lo han convertido en dormitorio. Han pasado algunas alcaldías y ninguna adecentó ese lugar.

En el sector norte y al parecer en toda la ciudad, durante dos años, cotidianamente, a cualquier hora, están utilizando pirotecnia que perturba a personas, animales y aves. Hemos visto búhos que salen a volar desorientados. Poseemos una perra, que al escuchar las detonaciones, tiembla y raspa con sus garras las puertas, haciendo mucha bulla, especialmente en las madrugadas, incrementando las molestias que sufre el vecindario por la pirotecnia descontrolada, la que ha sido reseñada por la prensa como señales entre gente dedicada a actividades ilícitas. Policías y militares deben efectuar un seguimiento a las detonaciones, seguro encontrarán que los que las efectúan, no andan por caminos correctos.

Jorge William Tigrero Quimí