Cartas de lectores: Pirotecnia, ruido y quema de monigotes: altamente nocivos
No hay autoridad que pare esta aberración; por lo contrario, la auspician
Galápagos y Manta, al igual que en la mayoría de países civilizados del mundo, han prohibido la quema y la pirotecnia. La gran ‘quemazón’ de cada 31 desprende, plomo, cromo, mercurio, aluminio, fósforo blanco/rojo, nitrosaminas, azufre, dióxido, monóxido de carbono, etc., elementos tóxicos y cancerígenos que afectan la calidad del aire, el medio ambiente y nuestra salud.
La pirotecnia y combustión, más el ruido infernal concomitante, generan daños irreparables a la naturaleza, matando animales, aves y mascotas. Liberan gases de efecto invernadero que dañan la atmósfera y envenenan el aire que respiramos con material particulado menor de 5 micrones (PM 2.5), monóxido de carbono, dióxido de azufre y de nitrógeno, que demoran entre dos y tres días en disiparse, incrementando los niveles de polución.
Los metales pesados y cancerígenos generados en la quema tardan años en ser reciclados por la naturaleza, contaminando la tierra, mares y fuentes hídricas, por lo que estamos condenados a respirar este aire tóxico e ingerir nuestros alimentos con grandes cantidades de cromo, plomo, etc., haciendo de los niños los más afectados y del cáncer el mas beneficiado.
Las partículas de PM 2.5 también dañan las vías respiratorias, afectan corazón y cerebro; incluso el plomo, aluminio, ruido de cohetes y parlantes dañan el aparato auditivo y el Sistema Nervioso Central y Periférico. También hay que destacar quemaduras de I, II y III grado, mutilaciones, trauma acústico, ocular, incendios, más accidentes graves y mortales que siempre se producen antes, durante y después de la dantesca quema, que a su vez congestiona las emergencias de clínicas y hospitales, con fatales consecuencias que lamentar en muchos casos.
Capítulo aparte merecen los enfermos de COVID-19; los casos se están incrementando ostensiblemente por la variante pirola, que podrían agravarse, en especial si son pacientes de la tercera edad con comorbilidades. No hay autoridad que pare esta aberración; por lo contrario, la auspician. Muchos alcaldes permiten el incendio de playas, calles, parques, áreas verdes, etc., sin importarles nuestra salud, la naturaleza, la fauna y el medioambiente.
Francisco Plaza Bohórquez