Cartas de lectores: La política es el mejor oficio en el Ecuador

Debemos urgentemente adecentar a la clase política, castigarla cuantas veces sea necesario en cada elección

No me sorprende la efervescencia política que existe, pese a que faltan varios meses para las elecciones de 2025, en un país quebrado, con un sistema democrático sumamente frágil, con indicadores de pobreza alarmantes y mafias narcopolíticas que amenazan al imperio de la ley y el orden. Para ser parte de esta casta nefasta no se necesitan estudios especializados, maestrías, doctorados, experiencia ni valores, únicamente no tener escrúpulos, mentir y robar sin límite, no tener pena, ser perfeccionista en el engaño, inventar planes, proyectos y propuestas que nunca van a cumplir, y abrazar y besar a cuanta gente se cruza en el camino. Los políticos ecuatorianos son divertidos, entran a política con la consigna de quedarse en el poder, violando leyes, reglamentos, Constitución y cuanto estamento legal y moral se les atraviese, sin importarles el futuro de Ecuador, su gente y la degradación del sistema democrático. Llegan a los cargos públicos con una mano atrás y otra adelante, y salen ricos (con poquísimas excepciones), se vuelven finos y exclusivos, pertenecientes a la nueva élite, pues adquieren grandes mansiones, disfrutan de ostentosos paseos, beben caros y buenos whisky y vino.

Debemos urgentemente adecentar a la clase política, castigarla cuantas veces sea necesario en cada elección, sancionarla con el voto por tanto desafuero y seleccionar minuciosamente a cada candidato. Llegó el momento de imponer la ley del pueblo, de poner las condiciones de las mayorías y de buscar el bien común antes que el bien particular. Llegó el momento de castigar a todos estos políticos que no han hecho nada que beneficie al pueblo, vulgares corruptos, mitómanos, sin memoria, sinvergüenzas que no conocen la decencia y la honradez, y abusan de los recursos públicos siempre que tienen oportunidad. En las próximas elecciones que Dios nos ayude a cambiar el orden de las cosas, a castigar a quienes han causado tanto daño con sus acciones. Dios nos rescate de esta clase política nefasta que solo daño y dolor han provocado. ¡Nuestra política es la gran causante de la grave crisis que vivimos!

Mario Vargas Ochoa