Cartas de lectores | ¡Ponga los pies en el suelo señor alcalde!

En resumen, es cierto que La Ofelia y Calderón necesitan y merecen transporte público masivo, pero no necesariamente el Metro

La vanidad y cleptomanía son parte de la personalidad de ciertos políticos, que sacan a relucir cuando son autoridad. En vísperas de elecciones, se esmeran en proponer proyectos rimbombantes con jugosas comisiones y poca efectividad. Esta vez, el Alcalde de Quito está empeñado en completar el despropósito iniciado por su coideario en 2011: se trata de la ampliación de la primera línea del Metro de Quito hasta La Ofelia, con la pretensión de llegar hasta Calderón. Es clara su vanidad cuando, en recesión, con urgencia y usando dinero ajeno, ofrece financiar los estudios de la extensión del sistema actual, cuyo valor debe alcanzar el 1 % del costo de la construcción, estimado entre 500 y 600 millones de dólares.

Esta inoportuna iniciativa ha generado duras críticas de la ciudadanía y del propio Concejo Metropolitano. La preocupación radica en embarcarse en la construcción de un ramal cuando la línea principal, que ya está en servicio, no está completamente operativa y tiene problemas graves por resolver, tales como: no hay recepción definitiva con Acciona, el contrato de mantenimiento del material rodante es caro, y además está a cargo de un contratista diferente al de operación (lo que puede generar problemas). También faltan accesorios para la comodidad de los usuarios en los trenes, no hay integración con los sistemas de transporte público en superficie, y el sistema de recaudo es caótico, entre otros.

Sin embargo, el problema principal del Metro de Quito es que no es autosustentable. Antes de pensar en una nueva deuda, la autoridad municipal debe preocuparse por hacerlo rentable. Actualmente, apenas tiene un ingreso de 150,000 usuarios diarios, lo que no cubre los costos de operación y mantenimiento, por lo que el Municipio debe subsidiar 45 millones de dólares al año.

En resumen, es cierto que La Ofelia y Calderón necesitan y merecen transporte público masivo, pero no necesariamente el Metro. Hay sistemas más económicos. ¡Ponga los pies en el suelo, señor Alcalde!

Marco A. Zurita Ríos