Cartas de lectores: ¡Presidente, adáptese a las necesidades del pueblo!

El poder económico sobre el político es el gran laboratorio donde se germinan las bacterias de la corrupción

A pocos días de que el nuevo gobierno asuma la administración de la nación, el bienestar del pueblo se ha degradado tanto que podemos afirmar que estamos tocando fondo. Posiblemente nunca antes ha clamado tanto por la misericordia de Dios, a fin de que desaparezca esas cúpulas políticas nefastas, huérfanas de valores, sentimientos nobles o propósitos patrióticos, a quienes no les ha importado ni el país ni el pueblo, en sus ansias de poder y dinero. Ecuador ha vivido en los últimos 16 años bajo el filo de una red criminal de corrupción e impunidad que se ha expandido por todas sus instituciones y que aniquila las nuevas generaciones. La corrupción es una peste que se transmite sin distinción de clases sociales, sexo o religión, raza o educación, a políticos, empresarios, trabajadores y profesionales de todos los niveles de nuestra sociedad; un flagelo que aparece de manera sistémica, que principalmente en nuestra clase política (poquísimas excepciones), no les entra por la boca, sino por el bolsillo. Somos un país en emergencia permanente con esta plaga maligna; para combatirla es necesario entender el rol de un liderazgo de la economía en la política. El poder económico sobre el político es el gran laboratorio donde se germinan las bacterias de la corrupción, blindadas por el sistema judicial, político y socios empresariales. No importa si existe cambio de gobiernos. La relación de estos grupos malignos, deleznables, es con el sistema imperante, no con los actores. La corrupción no debemos verla solo como un problema moral, sino económico, que arrastra todo el sistema, desembocando en desconcierto social, socavando las bases del derecho humano, ahondando la brecha entre ricos, pobres, indigentes y los miles de compatriotas y familiares que migran por temor y falta de oportunidades. El presidente Noboa tiene la solución en sus manos jubilando del escenario político a Nebot y a los líderes anarquistas de la Conaie, y desarticulando las despreciables pretensiones del correísmo. Entierre el pasado, que el pueblo le agradecerá y se lo reconocerá en las urnas, en futuros procesos electorales o en la consulta, si usted la convoca.

Mario Vargas Ochoa