Cartas de lectores | El progreso, ¿para cuándo?
Que el Estado deje de meter las narices en todo es el sueño de la gran mayoría de ecuatorianos
Cuando voté por primera vez, coincidió con el retorno a la democracia. Y como muchos jóvenes, lo hice con el ánimo en alto, pensando en que se había inaugurado un nuevo amanecer para el Ecuador.
Cuán equivocados estábamos, si observamos luego de 45 años cómo ha sido destruido nuestro país gracias a la pésima calidad de nuestros políticos, quienes, en su gran mayoría, lo único que buscaron antes, y ahora con mayor razón, fue ‘arrimar el ascua a su sardina’.
En todos los campos, exclusiva y fundamentalmente donde el Estado tiene metidas sus pezuñas, el fracaso es evidente.
Pésimos servicios y altísima corrupción son el denominador común que nos está llevando a pasos agigantados hacia el despeñadero, del que nos será muy difícil salir.
Es el tiempo de cambiar de rumbo. Que el Estado deje de meter las narices en todo es el sueño de la gran mayoría de ecuatorianos.
Fausto Moscoso Ochoa