Cartas de lectores: Todos en contra del pueblo
Celebran los triunfos de esas políticas como propios, sin tomar en cuenta que les espera hambre, angustia y opresión
Parecería que articulistas, entrevistadores, entrevistados, nunca emiten una opinión a favor del pueblo. Lo admirable es que no haya una sola persona u organización social que hable, escriba u emita una opinión en rechazo de acciones que pretenden hacer un lavado de imagen, para que las realidades sean trastocadas a favor de quienes están haciendo mala o pésima labor en instituciones, gobiernos seccionales, ministerios y aparato gubernamental central.
Inclúyase a los políticos, que demagógicamente y como estrategias de convencimiento ofrecen pequeñas muestras de exoneraciones, bonos, camisetas, promesas imposibles de cumplir, leyes e incluso ostentosos ofrecimientos a favor de los desposeídos. Ofertas de campaña que luego, con las medidas económicas vías impuestos, les resulta un ojo de la cara.
Esta situación ha alcanzado grados exagerados, razón por la cual muchos ciudadanos ya no creen en la democracia, al punto de conocerla como ‘demoventacracia’, sin darle la importancia que otrora tenía la política. El irrespeto a la libertad de expresión está a la orden del día. Les interesa provocar la incapacidad de pensar, confundir en especial a la clase media, que fácilmente se deja conducir por el oropel por dárselas de muy chic, y de rebote arrastra al pueblo llano a que continúe dando crédito a opiniones infundadas.
Por suerte existen honrosas excepciones de medios de prensa e informativos libres e independientes, que se abstienen de conducir al pueblo a la ceguera analítica. La clase media, cuyas aspiraciones se basan en el abstractismo, no en lo tangible, real y concreto, pierden lo asequible llevados por la vanidad de querer riquezas, lujos y ‘glamour’; segmento arribista fácilmente comparable con el calificativo de analfabeto político, descrito por el filósofo, poeta y novelista alemán Bertolt Brecht.
Parafraseando podemos describir a nuestra clase media de “obnubilados perfectos”, ya que admiten, mantienen, fomentan como real lo que escuchan o les informan y luego, sin reflexión ni conciencia de clase, depositan los votos a favor de políticas contrarias a sus intereses. Celebran los triunfos de esas políticas como propios, sin tomar en cuenta que les espera hambre, angustia, opresión, y buscan solución a sus problemas económicos con la salida del país como inmigrantes ilegales, en pos del bienestar que desperdiciaron en su país por ser un obnubilado perfecto o un analfabeto político.
César Antonio Jijón Sánchez