Cartas de lectores: Resultados de segunda vuelta electoral, discursos e imaginarios

Noboa debe entender que su triunfo no es un cheque en blanco. Ganó por el rechazo al correísmo

Como nunca antes, el análisis político exige considerar la capacidad humana para crear y difundir mundos imaginarios; un sujeto vendedor de imágenes en un mercado de lo imaginario, donde es fácil engañarse y engañar.

La avalancha de percepciones generadas por la información masiva, sobre todo en redes sociales, llevó a creer que Luisa González ganaría o que Daniel Noboa vencería por poco. Esta vez no hubo fraude en ninguna vuelta. Muchos se defraudaron por su imaginación, atrapados entre imágenes y humo.

Pero la realidad, con su dinámica propia, se impone más allá de la fantasía política, la demagogia y la posverdad. La verdad se separa del artificio, aunque también depende de la disposición a guiarse por la objetividad.

De los dieciséis candidatos iniciales, la votación se polarizó entre Noboa y González, quienes promovieron esa división: él como anticorreísmo, ella como antinoboísmo. Muchos votaron más ‘en contra’ que ‘a favor’.

Noboa ganó con una diferencia de 11 %, con un respaldo clave del voto de rechazo al correísmo. Ese correísmo ya no es el de Alianza PAIS, que proponía una revolución ética y social. Con el tiempo, ese proyecto derivó en autoritarismo y corrupción. La Revolución Ciudadana perdió su esencia y cayó en la decadencia del progresismo regional.

González no logró proyectar independencia de Correa, a quien presentó como su principal asesor, reforzando la percepción de dependencia. Además, otros actores del movimiento, como Jorge Glas, sumaron al desgaste.

Muchos vieron a la Revolución Ciudadana incapaz de garantizar seguridad jurídica ni combatir el crimen organizado, clave para la recuperación económica. También generaron temor propuestas como los “ecuadólares” y el uso de reservas internacionales, afectando la confianza en la dolarización. Estos errores explican su derrota. El rol del movimiento indígena requiere otro análisis.

Es hora de que los actores políticos reflexionen con autocrítica. Noboa debe entender que su triunfo no es un cheque en blanco. Ganó por el rechazo al correísmo. Está obligado a revisar políticas económicas, sociales, ambientales y de seguridad, y a eliminar la arbitrariedad jurídica. No hay espacio para la soberbia: se debe gobernar con honradez y respeto a la Constitución.

Carlos Castro Riera