Cartas de lectores: Seamos coherentes
Probablemente solo así podrá comprender la magnitud del error cometido
“La culpa es del pueblo ignorante…”. Frecuentemente escucho esa frase, pero el problema de lo que vive Ecuador no solo es producto de la ignorancia, sino también de la falta de coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Lo más común es que todos crean tener una ética clara, pero su moral va en otra dirección. Acomodamos a nuestra conveniencia para ‘aprovechar las oportunidades’ una moral de bolsillo. Lo evidenciamos en los políticos, que cuando son parte del pueblo tienen y luchan por unos valores muy distintos a los de cuando ostentan el poder.
Lo vemos también en algunos jueces que abogan por el cumplimiento de las leyes, pero dejan en libertad a delincuentes. Y así una infinidad de ejemplos.
Con mucha sorpresa he observado el giro de opinión de un periodista de renombre de este Diario, a quien he seguido a lo largo de los años, admirando su mente aguda y observaciones oportunas, defender a una persona sin ética, cuyas recientes acciones generaron reacción ciudadana (y con razón); y que no ha tenido la más mínima muestra de respeto, primero al presidente de la República, y luego a los símbolos patrios, alterando el contenido del Himno Nacional.
Si bien es cierto el periodista en mención señala el peligro de la decisión gubernamental respecto a esa situación, no es menos cierto que en un país con una democracia débil, todos los ciudadanos desde los distintos estamentos en los que nos desenvolvemos debemos unir fuerzas y ser un solo puño para reconstruir la institucionalidad y el buen nombre de un gobierno. Si observamos las jerarquías, un presidente merece más respeto que una periodista o activista sin escrúpulos. El presidente intenta construir y trabaja en ello (lo logre o no); la periodista solo critica y destruye únicamente observando, no actuando.
Si a esta periodista le revocan la visa, debería volver a Cuba e intentar hacer lo mismo que hace acá. Probablemente solo así podrá comprender la magnitud del error cometido.
Nicolás Crespo J.