Cartas de lectores: Los siete dolores de la Santísima Virgen María

Jesús crucificado, muere en la cruz: no hay un dolor comparable al que sufrió María

1) La Profecía de Simeón: Virgen Madre Dolorosa, naciste predestinada a recibir amarguras. Pronto se acabó tu gozo, cuando se profetizó que sobre tu frente hermosa sentirías las espinas y aquella espada maldita, hiriera tu corazón. Tú que nos diste la luz, fuiste testigo de que tu hijo, por los pecados del mundo, lo clavaran en la cruz

2) La huida a Egipto: otro dolor sentiste cuando el ángel ordenó que tenías que ir a Egipto, sin despedirte de nadie, sin ninguna provisión. Cuánto temor sentirías Madre; llena de dolor, pensarías en José, quien sería el encargado de esa peregrinación, que por penosa que fuera cumplirían con amor

3) El Niño Jesús perdido, es hallado en el templo: qué dolor debió sentir cuando su hijo se perdió; lo buscó por muchas partes, nadie le daba razón. Recorrió calles y plazas, en ninguna lo encontró. Fueron días muy amargos, para esta Madre Piadosa. Amargas fueron sus lágrimas. Porque Dios la sostuvo, no se murió de dolor. Imitemos a la Virgen en su paciencia y amor...

4) Jesús se encuentra con su madre: oh, María Virgen pura; oh, Jesús entristecido, perdóname si yo he sido, causa de vuestra amargura

5) Jesús crucificado, muere en la cruz: no hay un dolor comparable al que sufrió María: ver a su hijo azotado, su cuerpo todo llagado, la cabeza traspasada por la corona de espinas, sus manos y pies clavados, la boca seca y sedienta y en ese estado Jesús entregó al hombre a su amada Madre.

6) Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su madre: María recibe ya muerto a su amado hijo. Qué diferente este hombre al niño que reposó en los brazos de su madre cuando en Belén nació. Qué rica era la Virgen, que pobre hoy con su dolor; serás siempre bendita entre todas las mujeres

7) Jesús es colocado en el sepulcro: este sí que fue dolor sobre todos los dolores; ya no tenía a sí hijo, estaba huérfana y viuda, sin padre y sin esposo, sin su Divino Maestro. Un sepulcro había encerrado, al que algún día la Virgen tuvo en su ceno guardado. Su vida está consumada, vino y se ha ido sin nada. No resta sino exclamar ante ese sepulcro abierto, oh, Dios, por mi culpa has muerto... Antes morir que pecar Y si fue por su intermedio que Jesús llegó a este mundo... también como intercesora, debe reinar en el mundo.

Martha Reclat de Ortiz