Cartas de los lectores: El soberano de los desposeídos
Murió Francisco, el papa sencillo que acercó la Iglesia a los pobres. Miles lo despidieron en Roma con un emotivo adiós
Cuenta la leyenda que un joven Jorge Mario vivía enamorado de una hermosa ciudadana argentina. Ante la negativa del padre de la joven de permitirle desposarla, le prometió a la chica que si no se casaba con ella se ordenaría sacerdote; y lo cumplió. Y no solo eso, llegó a ser el máximo representante de la Iglesia, seguidor de Pedro, obispo de Roma, jefe de Estado.
Ha muerto Francisco, el Papa sencillo, que desde sus comienzos hizo un voto de humildad; su solo nombre ya era seña de que algo iba a cambiar. Quizás no cambió mucho, pero bajo Francisco la Iglesia se acercó más a los pobres y desposeídos, a los marginados y a los históricamente rechazados.
En la escalinata de la Basílica de Santa María la Mayor lo esperaban portando rosas blancas transexuales, inmigrantes, mendigos, sus amigos, para darle el último adiós. Cuatrocientas mil almas despidieron al pontífice por las calles de la capital italiana, ante el último viaje en papamóvil; en ese fin multitudinario transitaba hacia el viaje eterno el cuerpo de Francisco, en un ataúd de madera sobrio y simple.
Parecía construido por las propias manos de Jesús, el carpintero. Y en el lente de la cámara de la agencia Reuters quedó inmortalizada la mirada triste de Antonino Siracusa, un anciano sin hogar que tras una reja y desgranando los pétalos de una rosa blanca, gritaba un hasta siempre al Papa argentino, que hizo a la Iglesia más universal, más cercana, más humilde.