Cartas de lectores | Sombras, nada más

El último en salir que apague… mejor dicho: que deje cerrando la puerta con llave…

El primer día de la creación dijo Dios: “Sea la luz: y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena y apartó Dios la luz de las tinieblas”. Para mayor seguridad, al cuarto día creó la lumbrera mayor (el sol) para que señorease en el día. Sin embargo, aquí en suelo patrio, los iluminados personajes beneficiarios de latisueldos de las empresas eléctricas y de Celec, nos tienen atrapados, racionados y tropezando a cada instante con los obstáculos de una oscuridad eterna. El común de los sufridores se debe acostumbrar al baño en agua helada, a tomar sopa fría, a comer sin calentar un arroz con huevo, a saborear un café negro a temperatura ambiente, y de postre, un helado derretido. Se acabaron los tiempos en que podía ver la televisión a la hora que quiera, encender la radio, solo será posible si tiene pilas e ir al cine será una aventura imposible. Se viven tiempos de computadoras sin internet, celulares sin wifi y tabletas a medio morir, sin conexión. Con todo a media luz, en su casa podrá conversar con personajes etéreos, platicar con nada más que sombras. De su boca saldrán palabras que se evaporarán en caliginosa bruma o en la penumbra vaga de una pequeña alcoba. Habrá monólogos en medio de la oscuridad reinante, con ideas ennegrecidas por el enojo de no tener luz que ilumine su aciaga vida. Si decide salir, deberá cruzar corriendo las calles, para salvarse de los conductores apurados. Mil pitazos, gritos e insultos nacidos de bocas cascarrabias de motorizados que no pueden vivir civilizadamente sin el rojo, amarillo y verde que colorea las calles. Vivirá la emoción del ‘sálvese quien pueda’ si no hay un policía dirigiendo el estrepitoso tráfico. En la mañana el comercio estará abierto y contaminado por el rugir de los motores, en ambiente opaco y nebuloso, cargado de enlutadas esperanzas y entristecido por la ausencia de compradores. Entrada la tarde, todo se estará cerrado y apagado, mate, lóbrego y entenebrecido. Son los barrios atrapados por la negritud oscura de la noche. El último en salir que apague… mejor dicho: que deje cerrando la puerta con llave…

Gustavo Vela Ycaza