Cartas de lectores | Los tallarines de Quito

Estos monumentos y la mayor parte de edificaciones y el cielo de Quito están oscurecidos por miles de metros de cables

La capital de Ecuador es mundialmente reconocida por sus múltiples monumentos: catedral metropolitana, iglesias de San Francisco, la Compañía, Santo Domingo, La Merced, El Sagrario y otras, que con los conventos son herencias de constructores, escultores y artistas quiteños y diseñadores europeos que han perdurado en el tiempo. La Basílica del Voto Nacional y la iglesia de Santa Teresita, construcciones más actuales, incorporan estilo neogótico a su riqueza arquitectónica. Las construcciones religiosas llenas de espiritualidad, arte, diseño y misterio, se complementan con el centro histórico, que gracias a sus habitantes y algunos administradores pasados de la urbe, se ha preservado para mantener su encanto y sencillez. Estos monumentos y la mayor parte de edificaciones y el cielo de Quito están oscurecidos por miles de metros de cables de comunicaciones y energía, que como atados y colgados pandean soportados por postes de alumbrado público, deteriorando su imagen, reduciendo la visibilidad y en ocasiones causando accidentes fatales. Las administraciones municipales han hecho muy poco esfuerzo en resolver el problema y la actual en su primer año de gestión preferió realizar y promocionar obras de escasa relevancia y utilidad (reductores de velocidad en Av. de los Shyris, retiro y derrocamiento de su tribuna y la pintura de la calzada en la calle Caldas, obra de incomprensible utilidad y desacertada utilización de materiales; si se trataba de resaltar la vía, lo que no valora su ejecución, era más adecuado reemplazar los adoquines con otros de color para mantener la rugosidad, evitando el reflejo del sol en la calzada pintada, facilitando el mantenimiento y reduciendo su costo y frecuencia. Los tallarines de Quito invaden toda la ciudad y no se conoce acción de la administración municipal para removerlos, que debería iniciar con la disposición de retiro inmediato de cables fuera de servicio por parte de las empresas que los colocaron, que deben ser muchos, y un plan de soterramiento para los que aún estén útiles o vayan a instalarse para recuperar el casi olvidado patrimonio de los quiteños: “No hay cielo como el de Quito”.

Alfredo Sánchez Núñez