Cartas de lectores | Tentadores y tentados electores en la política ecuatoriana
¿Los electores actuales creen realmente toda la palabrería y grandilocuencia de la campaña política?
No deja de sorprendernos la diversidad de acciones, hechos y consecuencias que pueden identificarse con la palabra pasado. ¿Qué pasaba décadas atrás que nos importe más que en la actual, de corrupción política y gobierno bastante limitado? Las campañas de aquellas épocas eran parte del mismo juego que llega hasta hoy, guerra de ofertas y de difamaciones. Nada cambió.
Históricamente, partidos y candidatos hace bastante tiempo que recurren a estrategias de campaña de medias verdades, de calculados engaños, artificios, ilusiones y otras estratagemas que muchos electores, en ese entonces y ahora, solo entienden a medias y sospechan que son vil engaño. Pese a todo, muchos, si no la mayoría de votantes se ven atraídos y corrompidos por una campaña electoral demagoga: rivales políticos atacando las reputaciones de sus oponentes, la tentación de algo a cambio de nada, el deseo de certidumbre en una existencia incierta, de seguridad en un ambiente inseguro y lleno de necesidades. Los tentadores y tentados de la campaña política actual son parte integral de la historia política ecuatoriana. Las competencias políticas no son básicamente distintas de las de ayer. La algarabía, abrazos, besos de entendimiento persisten, acompañados por el carisma político y habilidad oratoria habituales, por cataratas de palabrería y grandilocuencia, manifestaciones llenas de insignias, música, banderas, camisetas y elegantes vehículos en los que sonríen los candidatos(as) saludando a gente ingenua que les cree.
¿Los electores actuales creen realmente , en especial los jóvenes, toda la palabrería y grandilocuencia de la campaña política? Muchos tal vez, pero la mayoría no.
Finalmente, quiero referirme al debate de los candidatos, que no fue otra cosa que un verdadero ‘reality’ y show político, donde pudimos constatar la pobreza intelectual de los candidatos(as) y su desconexión burda de la realidad que viven los ecuatorianos. ¡Qué despilfarro de recursos!
Mario Vargas Ochoa