Cartas de lectores: Tolerancia corruptora

No hay percepción sino que se lo ve todo el tiempo. ¿Cuánto tiempo más durará esta forma de tolerancia corruptora?

Naún Briones, famoso bandolero lojano, logró algo que ahora se ve en continuos episodios de la vida nacional: la connivencia con el delito, con el mundo criminal de la mafia. No sorprende, pues desde hace mucho, sobre todo desde que se hizo la primera importación del automóvil y en opinión de Raúl Andrade, nació el contrabando como actividad normal y cotidiana. 

El delito subsiste gracias a la tolerancia de la gente. Esta pasividad tiene otro motivo: la relación diaria con la corrupción. Para muchos ser corruptor activo o pasivo es la respuesta a mejorar ingresos. Todo está reñido con la moral y la ética. El delito de la corrupción se da desde que un empleado público o privado acepta un soborno de un ciudadano común. O cuando el soborno forma parte de las técnicas que usa la delincuencia organizada. 

La diferencia se radicaliza cuando por el hecho del soborno el corruptor y el pasivo hacen de su acto algo político, que llega a extenderse, al punto que comienza a adquirir influencia en la burocracia, la vida común y hasta en los medios, por donde mejora su propaganda. Los medios están ante el dilema de que la divulgación de esta información de la delincuencia organizada debe mostrarse como actos inherentes al delito o inmoralidad. 

Otros pocos medios hacen exactamente lo contrario, al divulgar la información discreta y disimuladamente. Desde mucho antes en la administración de justicia se sabía que para dar paso libre al soborno se alistaban dos sentencias. Dependiendo del pago, o su ausencia, la sentencia tenía un resultado. 

Esto aún no se extermina. La judicatura debe mejorar el protocolo para su erradicación y encontrar al o los responsables para el procesamiento penal o la sanción, tomando en cuenta que el primer paso para cometer este delito consiste en usar un lenguaje oculto. Cuando Naún Briones anunciaba su visita a algún pueblo, todos se escondían hasta que se vaya. Ahora no se avisa la visita del bandolerismo sino que está al lado, a veces codeándose uno con otro. No hay percepción sino que se lo ve todo el tiempo. ¿Cuánto tiempo más durará esta forma de tolerancia corruptora?

Francisco Bayancela González