Cartas de lectores: La era Trump
Si insiste en dejar su liderazgo para ser caudillo, el sistema democrático de EE.UU. empezará a mostrar grietas en su mundo
Los primeros cuatro años del gobierno de Trump fueron de ensayo: mientras caminaba rectificaba. Hoy sabe cómo marchar recto sin detenerse. Los errores serán pequeños y no dejará su humor, aunque de vez en cuando aparecerá algún exabrupto que podría hacer más típica su figura política y la de las caricaturas.
La autoridad que ejerza, desde un profundo conocimiento de la economía hasta la justicia tolerante y salomónica, tendrá inspiración en los imperios romano y británico, exclusivo para zonas estratégicas y detentando una fuerza que inspire temor, no amenaza.
Hay certeza de que habrá más aliados y los enemigos serán neutralizados e instalados en un margen, como trofeos de la derrota dentro de la caza mayor. Trump está empezando a gobernar, lo que indica que su periodo resultaría rápido y sorpresivo. Si no resultare así, Trump daría primera importancia a los derechos individuales que emanan de la libertad, y en segundo lugar a los derechos humanos. Muchos lo aceptarán y rechazarán, pero no le importa.
Aquellos que lo desprecian, que son minoría, aprenderán a respetarlo, y ‘la obsesión antiestadounidense’, según el modelo concebido por Revel, tal vez termine con mucha nostalgia y nada de gloria. El crimen y el terror se ocultarán y mediante mucha hipocresía lanzarán movimientos de coquetería a Trump, quien al fin parece haber dejado de ser ingenuo. Si insiste en dejar su liderazgo para ser caudillo, el sistema democrático de EE.UU. empezará a mostrar grietas en su mundo, dejando de ser monumento de sí mismo.
Francisco Bayancela González