Cartas de lectores: ¿De qué nos vale la Constitución?

Pese a los riesgos, algunos sectores consideran que Ecuador necesita un cambio drástico

Nuestra política se encuentra en un punto crítico en que los límites de la Constitución parecen haberse convertido en cuestión de interpretación, en lugar de un marco de acción concreta. La disputa entre el presidente Noboa y la vicepresidenta Abad refleja esta realidad. 

El conflicto va más allá de un desacuerdo y plantea interrogantes sobre la verdadera utilidad de la Constitución cuando actores políticos parecen dispuestos a reinterpretarla o ignorarla para consolidar su poder. Abad ha sido objeto de múltiples denuncias y sanciones, enfrenta tensiones internas en el Gobierno, con acusaciones que van desde deslealtad política hasta intentos de usurpación de poder.

Ha utilizado su posición de vicepresidenta para cuestionar abiertamente la gestión de Noboa, generando una situación insólita en la política, desde su designación como embajadora de paz en Israel hasta su traslado a Turquía. Sus acciones han sido vistas como una medida para crear distancia dentro del Ejecutivo y como una especie de exilio diplomático que en la práctica limita sus funciones e influencia. ¿Cuando las crisis exigen medidas extremas, para qué sirve, en teoría, la Constitución? ¿Para garantizar equilibrio de poder y proteger derechos ciudadanos, o como un libro más en una estantería pero que no es leído ni respetado? 

La realidad muestra que la Carta Magna puede ser reinterpretada, desafiada y en casos, ignorada en función de las necesidades políticas del momento. Frente a esta inestabilidad el pueblo se debate entre la seguridad de las figuras autoritarias y el ideal democrático que promulga la Constitución. ¿Es tiempo de replantear el papel de la Constitución o es nuestra responsabilidad defenderla a toda costa, incluso cuando parece no ofrecer respuestas efectivas? 

Al igual que en otros países de la región, Ecuador observa ejemplos de líderes que han empleado un discurso de mano dura para justificar reformas que limitan derechos en nombre de la seguridad, lo que considero muy necesario. Sin embargo, en un contexto donde el Estado parece no cumplir las necesidades básicas de sus mandantes y los ciudadanos temen por su integridad, surge un dilema moral y hasta ético: ¿vale la pena flexibilizar la Constitución para recuperar el control? 

Pese a los riesgos, algunos sectores consideran que Ecuador necesita un cambio drástico. La historia ha mostrado que el costo de estas medidas puede ser alto y que una vez que se debilitan las protecciones constitucionales es difícil restaurarlas.

Francesco Aycart C.