Cartas de lectores: Los valores recibidos en la infancia son determinantes

Dios nos guíe y nos bendiga en el trayecto por el largo y ancho camino que une al cielo y la tierra

Mi país vive el infierno de Dante Alighieri: prevalecen los anillos como el limbo o ignorancia de lo que pasa, la avaricia, violencia, fraude y alta traición. Con respeto, salvo mejor criterio, voy a sugerir con mi ejemplo para salir de este infierno dantesco. Mi instrucción primaria y parte de la secundaria fue en la escuela Leonardo W. Berry, nombre del primer gerente de la compañía inglesa Anglo, y un año en el colegio profesional Ancón. 

Después terminé el bachillerato en el Vicente Rocafuerte (VR) y luego me gradué de químico y farmacéutico en la Facultad de Ciencias Químicas y Naturales, donde fui todos los años presidente y dirigente de organizaciones estudiantiles universitarias. Posteriormente en forma paralela fui docente principal por más de 40 años en el VR y en la universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG): escuelas de Medicina, Odontología y enfermería Santiago de Paul. 

A nivel docente en el VR fui vicerrector con nombramiento ministerial y fui galardonado con más de 40 estrellas y certificados por no haber faltado y llegado atrasado a mis funciones como profesor. A nivel universitario, bajo auspicio de la UCSG fui becado por Unesco a la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile, obteniendo la especialidad de doctor en Bioquímica clínica en su instituto: tesis enzimas e iso enzimas de la piruvato quinasa en escherichia coli. 

Como profesional ejercí a nivel público y privado en mi laboratorio clínico particular y fui presidente del Colegio de químicos, y varias veces presidente de la Sociedad Científica Bioquímica Clínica de Guayas. Hoy vivo de mis dos jubilaciones. Mi ánimo no es presunción, arrogancia envanecimiento, sino demostrar que los valores humanos recibidos en mi infancia han sido la semilla de mi forma de ser y proceder por más de 50 años de trabajo en más de 10 instituciones, con responsabilidad, puntualidad, generosidad, sin ostentación; con magnificencia para servir como un ciudadano más a mi país.

Dios nos guíe y nos bendiga en el trayecto por el largo y ancho camino que une al cielo y la tierra.

Carlos Enrique Villao Orozco