Cartas de lectores: Los viejos somos pesados
Sería bueno que los eternos confabuladores que respiran por la herida, entiendan que Correa terminó
Nunca se vio tamaño espectáculo en los recintos electorales. Miles de personas de la tercera edad llegaban como podían para votar; si el lugar estaba en un piso superior, decenas de jóvenes levantaban en vilo las sillas de ruedas o las muletas y llegaban frescos para volverlos luego del sufragio donde los suyos que esperaban en las calles.
No faltaron cámaras y periodistas preguntando qué pasa; las respuestas fueron contundentes y rápidas: “Dios no quiera el socialismo”. “Dizque nos van a quitar el dólar”. “Viviremos como en Venezuela”. “Oigo que le van a perdonar al Correa”. “Hasta el Glas dizque va a salir libre para seguir robando”. “Qué se creerá esta que baila todo el día”. “Este joven no está dañado todavía”. “El bandido de Bélgica también viene?”. ¿Que los viejos no leen la prensa?. “Más sabe el Diablo por viejo que por diablo”, repitieron sonriendo.
La verdadera sabiduría proviene de la experiencia acumulada durante los años. Ancianos entre 80 y 90 años llegaron por cargas con dos jóvenes a sus costados. Pedidos por las redes exhortando a los viejos que dejen sus camas y salgan a votar aunque no sea su obligación fueron acatados.
Mi ‘llamado obligatorio’ a los que padecemos la tercera edad para que vengan, fue bien obedecido y algún ochentero midiendo los pasos llegó porque llegó. En muchos casos hubo temor entendible por lo que podía pasar en semejantes edades y en otros, reacciones iracundas cuando presienten lo que los correístas y su candidata Rana René pretendían hacer con el pobre país.
Luisa González perdió porque tenía que perder, su condición de arlequín gobernada por un delincuente con pésimos antecedentes, que vive huyendo por el mundo y no tiene el valor de enfrentar a la justicia que vulneró, pesó mucho. Su propuesta forajida de poner “guardianes de la paz” en las esquinas de los barrios para coaccionar y castigar a la gente pobre e inocente como en Venezuela fue detestada. Intervenir en la Reserva Monetaria y eliminar el dólar para reemplazarlo por papeles sin respaldo, terminó por mover a 1’200.000 ecuatorianos, la mayoría de la tercera edad, a votar por Noboa, un joven de sangra fresca y no contaminada, para los próximos cuatro años y ojalá más.
Sería bueno que los eternos confabuladores que respiran por la herida, entiendan que Correa terminó su larga vida de iniquidades y atentados contra la patria, mereciendo lo que todos los malos ecuatorianos, la cárcel.
Carlos Mosquera Benalcázar